El día 2 de este mes fue su cumpleaños, y bueno, aquí tienes tu pequeño regalo ;)
¡Te queremos Principessa!!
También unas felicitaciones a Lila, cuyo cumplamos es hoy. ¡¡Eres la mejore, Preciosa!!
Te quiero, mi Estadounidense ;)
Y hay veces, que incluso antes de despedirte de alguien, ya lo extrañas.
Olía tan bien...
Cada cosa suya conseguía hacerlo
sentir diferente y afortunado, y hacían que Agustín le atrajese
más. Sabía que tenía suerte, muchísima suerte, y su novio era la
prueba.
-¿Qué tal el día? - le preguntó el
chico mirándolo desde arriba.
-Ahora, perfecto.
Agus sonrío tristemente. No se
quedaría por mucho tiempo.
Lo abrazó con más fuerza contra sí.
-¿Vamos a comer?
-Está bien. ¿Invitas tú?
Agustín asintió y salieron de allí
por el otro lado del callejón, el que no daba al instituto, para
evitar ser vistos.
Después de comer algo, Agustín lo acompañó a su casa, donde se
despidieron con un abrazo y un beso suave y casi imperceptible en la
mejilla.
-¿Nos vemos mañana?
-Claro – contestó
el mayor de los dos.
-Me gustaría poder
prepararte algo para tu último día aquí pero teniendo que estudiar
no tengo tiempo...
-De
eso me encargaré yo, no te preocupes.
Justin
sonrió, aguantando las ganas de besarlo. Se apretó el estómago
para no sentir las mariposas que amenazaban con ponerlo a temblar,
incluso se mareaba un poco.
-Hasta
mañana – se despidió Agustín bajando las escaleras de la entrada
con una sonrisa en la cara.
Su
nerviosismo se mezcló con tristeza y soledad.
-Adiós...
- murmuró antes de entrar en casa.
Aún
sumergido en sus pensamientos, se sorprendió al escuchar el grito de
Antonio y notar como lo estrechaba entre sus brazos.
-¡JUSTIN!
¿PODÍAS HABER LLEGADO ANTES, NO? ¡POR TU CULPA HE TENIDO QUE
AGUANTARME LAS GANAS!
-¿Las
ganas de qué? - preguntó divertido su hermano mayor.
-¡TÍA
ANA NOS HA TRAÍDO BOMBONES DE SUIZA!
Justin
sonrió ampliamente al niño.
-Corre
a la cocina, voy en un segundo.
-¡No
tardes!
Antonio
hizo lo que le había dicho mientras él saludaba a su tía, que
estaba hablando con su madre en el salón.
-Os
he traído bombones para... - empezó a decir su tía sonriendo.
-Sí,
lo sé. Antonio se ha encargado de gritármelo cuando he llegado –
bromeó.
Ambas
mujeres rieron.
-Hay
una caja para cada uno de vosotros. Ya verás, reconocerás el tuyo.
-Muchas
gracias, tía Ana.
Ella
sonrió al joven y siguió hablando con su hermana.
Justin
fue a la cocina y rió al ver a su hermano ya con la boca llena de
chocolate.
-¿Están
buenos?
-Eso
es poco – dijo antes de coger otro bombón.
Justín
abrió su caja y cogió uno. Se fijó entonces en la tapadera y vio
un pequeño sobre pegado donde estaba escrito su nombre.
-¿Qué...?
Antonio
lo dejó solo para agradecerle a su tía los dulces.
Abrió
el sobre lentamente y leyó su contenido con los ojos bien abiertos.
-¿¡A
Suiza!? - gritó corriendo al salón.
Su
hermano lo miró con los ojos bien abiertos, mientras que su madre y
su tía sonreían.
-Sí,
unas semanas, conmigo, tu tío y tus primos. Encontramos un
campamento perfecto para ti de una semana.
-¡¡MUCHÍSIMAS
GRACIAS!! - dijo Justin abrazando a su tía con suavidad para no
tirarle la taza de café.
-¡Me
alegro de que te guste!
-¡Claro
que me gusta! ¡Muchísimas gracias!
Antonio
pareció disgustado, su madre lo abrazó para reconfortarlo y él se
dejó hacer.
***
-¿Cielo,
bajáis a comer? - gritó su madre desde el primer piso.
-¡Ya
vamos! - contestó Jorge desde la habitación de Violeta.
Era
el último día de Jorge allí, no podía perder días de clase y se
iría esa misma tarde, después de comer.
-¿Vamos?
- le preguntó a su amiga.
Ella
asintió y se levantó de la cama con pereza.
Ambos
bajaron al salón y se sentaron a la mesa.
-¿Qué
vamos a comer? - preguntó Violeta a su madre.
-Paella.
Ella
sonrió y Jorge la imitó al verla por fin hacerlo.
Después
de comer, fueron juntos a la estación.
Los
padres de Violeta la esperaron en el coche para darle más intimidad.
Jorge
y Violeta fueron hasta el andén, y viendo que el tren ya estaba
allí, se despidieron con un abrazo y varios besos en las mejillas.
-Mejórate
– casi le suplicó Jorge a Violeta – por mí.
Ella
sonrió y asintió.
-Está
bien. Suerte.
-Gracias.
Jorge
subió al tren y buscó un asiento junto a la ventana para poder
despedirse de Violeta, que esperaba su despedida intentando esconder
la tristeza que la invadía completamente.
Cuando
el tren hubo desaparecido unos minutos más tarde de su vista volvió
al coche.
Su
madre le sonrió.
-Podrá
venir otro fin de semana, e incluso en vacaciones, si quieres.
-Gracias
– dijo ella sonriendo.
Al
volver a casa, se encerró en su habitación y durmió durante unas
horas.
En
realidad no estaba ta mal. Notaba que algo que la había aprisionado
ya no la encerraba más dentro de sí misma.
Daniel
era bueno para ella, y Rubén... aprendería a olvidarlo.
Ainoa
la llamó en ese momento.
-Dime
– dijo con un tono un poco más alegre.
-¿Qué
tal estas?
-Mejorando.
-Me
alegro – dijo ella.
-¿Tú?
-Bien,
gracias.
Ambas
sonrieron y se hizo un pequeño silencio entre ellas.
-Daniel
me ha dicho que ibais a salir hoy pero al final no habéis podido.
-Sí...
-¿Te
apetece salir ahora?
-Claro,
¿por qué no?
-Perfecto
– Ainoa pareció más alegre – nos vemos en una hora en la
cafetería de la última vez.
Ya
allí, Violeta empujó la puerta de la entrada con cansancio y entró
esperando ver a todos sentados en una mesa, pero no fue así.
Dani
estaba de pie delante de una mesa decorada con velas.
-Daniel... ¿por qué... ?
-No es más que un pequeño detalle...
No hay comentarios:
Publicar un comentario