domingo, 6 de abril de 2014

Pequeños detalles

Queremos dedicar este capítulo a nuestra mejor amiga África, por estar siempre ahí, apoyarnos siempre, porque es la mejor... En fin, podríamos estar definiendo sus virtudes durante años y no acabaríamos.
El día 2 de este mes fue su cumpleaños, y bueno, aquí tienes tu pequeño regalo ;)
¡Te queremos Principessa!!
También unas felicitaciones a Lila, cuyo cumplamos es hoy. ¡¡Eres la mejore, Preciosa!!
Te quiero, mi Estadounidense ;)






Y hay veces, que incluso antes de despedirte de alguien, ya lo extrañas.


Olía tan bien...
Cada cosa suya conseguía hacerlo sentir diferente y afortunado, y hacían que Agustín le atrajese más. Sabía que tenía suerte, muchísima suerte, y su novio era la prueba.

-¿Qué tal el día? - le preguntó el chico mirándolo desde arriba.

-Ahora, perfecto.

Agus sonrío tristemente. No se quedaría por mucho tiempo.
Lo abrazó con más fuerza contra sí.

-¿Vamos a comer?

-Está bien. ¿Invitas tú?

Agustín asintió y salieron de allí por el otro lado del callejón, el que no daba al instituto, para evitar ser vistos.

Después de comer algo, Agustín lo acompañó a su casa, donde se despidieron con un abrazo y un beso suave y casi imperceptible en la mejilla.
-¿Nos vemos mañana?
-Claro – contestó el mayor de los dos.
-Me gustaría poder prepararte algo para tu último día aquí pero teniendo que estudiar no tengo tiempo...
-De eso me encargaré yo, no te preocupes.
Justin sonrió, aguantando las ganas de besarlo. Se apretó el estómago para no sentir las mariposas que amenazaban con ponerlo a temblar, incluso se mareaba un poco.
-Hasta mañana – se despidió Agustín bajando las escaleras de la entrada con una sonrisa en la cara.
Su nerviosismo se mezcló con tristeza y soledad.
-Adiós... - murmuró antes de entrar en casa.
Aún sumergido en sus pensamientos, se sorprendió al escuchar el grito de Antonio y notar como lo estrechaba entre sus brazos.
-¡JUSTIN! ¿PODÍAS HABER LLEGADO ANTES, NO? ¡POR TU CULPA HE TENIDO QUE AGUANTARME LAS GANAS!
-¿Las ganas de qué? - preguntó divertido su hermano mayor.
-¡TÍA ANA NOS HA TRAÍDO BOMBONES DE SUIZA!
Justin sonrió ampliamente al niño.
-Corre a la cocina, voy en un segundo.
-¡No tardes!
Antonio hizo lo que le había dicho mientras él saludaba a su tía, que estaba hablando con su madre en el salón.
-Os he traído bombones para... - empezó a decir su tía sonriendo.
-Sí, lo sé. Antonio se ha encargado de gritármelo cuando he llegado – bromeó.
Ambas mujeres rieron.
-Hay una caja para cada uno de vosotros. Ya verás, reconocerás el tuyo.
-Muchas gracias, tía Ana.
Ella sonrió al joven y siguió hablando con su hermana.
Justin fue a la cocina y rió al ver a su hermano ya con la boca llena de chocolate.
-¿Están buenos?
-Eso es poco – dijo antes de coger otro bombón.
Justín abrió su caja y cogió uno. Se fijó entonces en la tapadera y vio un pequeño sobre pegado donde estaba escrito su nombre.
-¿Qué...?
Antonio lo dejó solo para agradecerle a su tía los dulces.
Abrió el sobre lentamente y leyó su contenido con los ojos bien abiertos.
-¿¡A Suiza!? - gritó corriendo al salón.
Su hermano lo miró con los ojos bien abiertos, mientras que su madre y su tía sonreían.
-Sí, unas semanas, conmigo, tu tío y tus primos. Encontramos un campamento perfecto para ti de una semana.
-¡¡MUCHÍSIMAS GRACIAS!! - dijo Justin abrazando a su tía con suavidad para no tirarle la taza de café.
-¡Me alegro de que te guste!
-¡Claro que me gusta! ¡Muchísimas gracias!
Antonio pareció disgustado, su madre lo abrazó para reconfortarlo y él se dejó hacer.
***
-¿Cielo, bajáis a comer? - gritó su madre desde el primer piso.
-¡Ya vamos! - contestó Jorge desde la habitación de Violeta.
Era el último día de Jorge allí, no podía perder días de clase y se iría esa misma tarde, después de comer.
-¿Vamos? - le preguntó a su amiga.
Ella asintió y se levantó de la cama con pereza.
Ambos bajaron al salón y se sentaron a la mesa.
-¿Qué vamos a comer? - preguntó Violeta a su madre.
-Paella.
Ella sonrió y Jorge la imitó al verla por fin hacerlo.
Después de comer, fueron juntos a la estación.
Los padres de Violeta la esperaron en el coche para darle más intimidad.
Jorge y Violeta fueron hasta el andén, y viendo que el tren ya estaba allí, se despidieron con un abrazo y varios besos en las mejillas.
-Mejórate – casi le suplicó Jorge a Violeta – por mí.
Ella sonrió y asintió.
-Está bien. Suerte.
-Gracias.
Jorge subió al tren y buscó un asiento junto a la ventana para poder despedirse de Violeta, que esperaba su despedida intentando esconder la tristeza que la invadía completamente.
Cuando el tren hubo desaparecido unos minutos más tarde de su vista volvió al coche.
Su madre le sonrió.
-Podrá venir otro fin de semana, e incluso en vacaciones, si quieres.
-Gracias – dijo ella sonriendo.
Al volver a casa, se encerró en su habitación y durmió durante unas horas.
En realidad no estaba ta mal. Notaba que algo que la había aprisionado ya no la encerraba más dentro de sí misma.
Daniel era bueno para ella, y Rubén... aprendería a olvidarlo.
Ainoa la llamó en ese momento.
-Dime – dijo con un tono un poco más alegre.
-¿Qué tal estas?
-Mejorando.
-Me alegro – dijo ella.
-¿Tú?
-Bien, gracias.
Ambas sonrieron y se hizo un pequeño silencio entre ellas.
-Daniel me ha dicho que ibais a salir hoy pero al final no habéis podido.
-Sí...
-¿Te apetece salir ahora?
-Claro, ¿por qué no?
-Perfecto – Ainoa pareció más alegre – nos vemos en una hora en la cafetería de la última vez.

Ya allí, Violeta empujó la puerta de la entrada con cansancio y entró esperando ver a todos sentados en una mesa, pero no fue así.
Dani estaba de pie delante de una mesa decorada con velas.
-Daniel... ¿por qué... ?
-No es más que un pequeño detalle... 


No hay comentarios:

Publicar un comentario