domingo, 23 de marzo de 2014

Apoyo




 El apoyo de la persona adecuada y en el momento adecuado, hace milagros.


Llevaba pensando en Andrés toda la tarde. Tenía ganas de llamarlo y de saber cómo se encontraba, si algo había cambiado...
Pero no podía, Violeta necesitaba su ayuda.
La miró unos segundos buscando su mirada, pero ella solo se fijaba en las aves del estanque.

-¿En qué piensas? - le preguntó intentando parecer natural.

-En Rubén.

-¿Y qué piensas de Rubén?

-Que  no debería haberle enviado ese mensaje, porque se lo puede haber tomado muy mal, y que aún así sigo estando cabreada con él.

Jorge intentó no suspirar con demasiada desesperación.

-Perdona, soy repetitiva - dijo Violeta agachando la cabeza.

-No, no te preocupes. Pero deberías pensar en otra cosa.

-¿Cómo en qué?

Jorge evitó su mirada y se fijó en un cisne que se movía con una gracilidad impresionante.

-En que la vida sigue. Aún no eres ni siquiera mayor de edad y tienes otro novio, al que le gustas y que te gusta, ¿cuál es el problema?

-Rubén... Rubén me quería.

-¿Y tú lo querías a él?

La chica se mantuvo unos segundos en silencio.

-Creo... creo que estaba enamorada de él.

-¿Estabas?¿En pasado? - preguntó Jorge llevándose a la boca un chicle. Miró a su amiga con cariño y le acarició una mejilla pálida y húmeda por las lágrimas.

-No lo sé.

Podría haber dejado de hablar del tema, pero sabía que con Violeta, lo mejor era hablar del tema al principio, cuando las emociones aún estaban a flor de piel, porque más tarde, podía llegar a confundirlas y sería muy difícil quitarle una idea de la cabeza entonces.

-¿Y Dani?¿A él lo quieres?

-Dani me gusta mucho.

-Yo creo que él te quiere.

-¿Cómo lo puedes saber? No lo conoces nada más que de unos días...

Jorge hizo una pompa con su chicle de fresa y le cogió la mano en señal de apoyo.

-Por cómo te mira. No mira así ni siquiera a Eliot, que según me ha parecido entender es su mejor amigo.

Violeta asintió, algo más contenta.

-Me alegro de saber que lo tengo a mi lado - comentó con la voz algo rota.

Jorge la abrazó suavemente y  le acarició el pelo como  a un bebé.

-¿Te apetece un helado? Invito yo.

***

-¿¡SE PUEDE SABER QUÉ TE PASA!? - le gritó el chico a Daniel. 

-Podría preguntarte lo mismo, no te hagas el listo. 

Carolina se levantó del sofá y salió rápidamente del salón.

-¡NO HE HECHO NADA PARA QUE ME TRATES ASÍ! ¡ESTOY AQUÍ PARA AYUDARTE!

-Tu ayuda pero no me hace falta, muchas gracias. 

Borja cogió su chaqueta y se acercó a la puerta de entrada rápidamente. 

-No me esperaba esto de ti, Dani. Pensaba que sabías comportarte. 

La amiga de Borja se colocó detrás de él y cogió su abrigo también. Ambos salieron juntos de la casa. 

-Te has pasado - le dijo Lucas a su hermano mayor. 

Daniel se encogió de hombros como única respuesta. 

-Te estás comportando como un niño. Él no tiene la culpa de que papá y mamá hayan salido  y te hayan dejado a ti al cargo. 

Ya estaba harto de que le tocase siempre a él. Sobretodo porque le habían fastidiado todos sus planes. 
Ya iban dos veces en una semana.

-¡Pero estoy de muy mal humor, ¿de acuerdo?! - Daniel respiró profundamente - Déjame solo, por favor - dijo un poco más relajado. 

-Mejor solo que mal acompañado - se burló su hermano con maldad. También se había enfadado. 

Por fin estuvo solo. 

Que Borja apareciese con su nueva "amiga" sin avisar lo había molestado más de lo que debería, lo admite, pero de ahí a que ella fuese tan descarada y criticase todo lo que tenía que ver con él y sus amigos lo había hecho explotar. 

Se pasó una mano por el pelo y se tumbó todo lo largo del sofá. Los pies se le salían de él, pero le daba igual, se divirtió mirándolos unos segundos antes de dormirse. 

***

 -Pareces un fantasma - le dijo una voz desconocida cuando estaba abriendo los ojos. 

-No me encuentro bien. 

-Eso ya lo veo Rubén. Espero al menos que no haga falta que te lleve al hospital - dijo esta vez alguien que reconoció: Alba. ¿Qué hacía en su casa?

Abrió los ojos lentamente y con pesadez. Se había prometido no beber, pero ya no se acordaba de lo que había hecho anoche. 

-¿Qué hacéis aquí? - le preguntó con voz débil a su hermana y a su acompañante que no conocía.

-No contestabas al teléfono unas horas después de que me contaras lo de ese mensaje - explicó Alba sirviéndose un vaso de zumo de piña -, sabiendo cómo eres me asusté de que pensaras hacer algo estúpido, así que vinimos lo más rápido que pudimos. 

-Nunca te dije mi dirección.

-¿Nunca has probado a buscar tu nombre en internet? La dirección de tus dos casas aparecen en una página web bastante conocida: buscas el nombre de una persona importante y te da su dirección. 

-No soy tan importante.

Alba no le dio importancia al comentario e hizo un gesto con la muñeca que lo demostraba.

-En lo que concierne a "cómo entramos" tengo que decir que esconder las llaves bajo una maceta no es lo más original que he visto.  

Rubén no hizo mucho caso a eso y cambió de tema.

- ¿Qué mas decía sobre mí internet?

-Pues...debo admitir - dijo sonriendo mientras se sentaba a su lado en el sofá -, que algunos comentarios sobre ti me hicieron mucha gracia.

-¿Eran malos? 

-No, no. No te preocupes. Todo en orden - le dijo el desconocido a Rubén, que lo miró desconcertado.

-Bueno, ¿Y él? - dijo sentándose lentamente. 

-Es mi prometido. 

-¿¡Te vas a casar!? - se sorprendió el hombre. Se sintió ofendido y al mismo tiempo culpable por no saberlo. 

-Aún no, no estoy preparada. Pero sé que quiero pasar mi vida con él. 

El hombre se acercó y le dio un suave beso en los labios. 

-Me alegro por los dos - dijo Rubén levantándose y andando unos pasos hacia ellos. Le tendió la mano al prometido de su hermana - Encantado, y felicidades...

- ...Philippe - terminó él la frase - Encantado también, y gracias - contestó él dándole la mano a Rubén. 

-¿De qué parte de América eres, Philippe? - dijo Rubén sentándose de nuevo y masajeándose la sien.

-De... Nueva York - dijo el hombre algo sorprendido. 

-He ido varias veces allí. Es una ciudad muy atrayente. 

-Sí, lo dicen mucho. Pero como yo me he criado allí, no me resulta tan impresionante. 

-¿Dónde aprendiste a hablar español?

-Tu hermana me enseñó - dijo sonriéndole a la joven. 

-Soy profesora en una academia para extranjeros.

Rubén asintió con una sonrisa torcida. 

-Bien, bien - logró decir antes de darse la vuelta y mirar hacia las escaleras que subían al segundo piso.

-Podéis quedaros aquí sin problemas - dijo mientras volvía a levantarse y subía las escaleras - yo me voy a dormir unas horas, serviros lo que queráis.

 




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