sábado, 1 de febrero de 2014

Vuelta a casa



Un abrazo a una persona que te quiere y a quien tú quieres es mucho más importante que cualquier sonrisa de alguien que no vale la pena. 


El viaje en autobús era mil veces más largo que el viaje en tren, y se arrepentía de haberlo elegido por ser más "agradable", pensando que conseguiría el teléfono de algún chico o chica simpático con quien quizás se encontraría a la vuelta. 

Tristemente, se encontraba totalmente solo, en una estación de autobuses de una ciudad desconocida después de varias horas de viaje sin comer otra cosa que chicles y caramelos y con la única compañía de su móvil, que amenazaba con quedarse sin batería. 

Se echó el pelo hacia atrás y salió al exterior de la estación, aspirando de golpe todo el humo que salía de los tubos de escape procedentes de los coches frente a él. 
Tosió con fuerza tapándose la boca, temiendo incluso vomitar frente a las diez personas allí presentes que observaban tranquilamente cómo se ahogaba. 

Unas chicas se acercaron a él, una con una sonrisa tonta y la otra intentando parecer preocupada y ofreciéndole una botella de agua. 

-Muchas...gracias... - consiguió murmurar él, agradecido. 

-De nada. A muchos les pasa lo mismo al salir a la calle, hay demasiada contaminación aquí. 

-Ya veo. 

Las chicas le sonrieron y Jorge les devolvió la botella. Pensó entonces en que estaba perdido y decidió preguntarles a ellas dos. 

-¿No sabréis por casualidad dónde está el parque que está justo en el centro de la ciudad? 

-En...¿el centro de la ciudad, quizá? 

Jorge soltó una carcajada suave que hizo que ambas riesen nerviosas antes de explicarle qué autobús debía coger para llegar y dónde bajarse. 

El chico volvió a darles las gracias y se hizo a la idea de que iba a perderse de nuevo. 


***

-¿Hola? 

-¡Justin!

-¿Agustín? ¿Vas a salir ya? 

-¡Ya he llegado, tonto!

-¿Qué?¿Pero qué hora es? 

-Casi medio día... 

El chico dio un salto desde el sofá y salió corriendo en busca de las llaves y una chaqueta sin colgar al teléfono, que llevaba pegado a la oreja. 

-¡Lo siento, lo siento, lo siento! ¡Se me pasó el tiempo!

-No pasa nada - rió Agustín tranquilamente - ¿Te parece que nos veamos en alguna cafetería? No soporto más este humo insoportable de la ciudad.

Justin sonrió de medio lado. 

-Claro, pero me molesta no haber ido a recogerte, así que invito yo. 

-Me parece justo. 

Salió de su casa despidiéndose con una nota que dejó en la mesa del salón, bien a la vista. 
<<Volveré en unas horas. Vamos todos a recoger a un amigo a la estación.  Justin >>. 
Y después de elegir una cafetería, colgó a Agustín y llamó a Estrella para avisarla, que a su vez se encargó de avisar a los demás.

***

Se levantó con pesadez. 
Tenía ganas de verlo, se moría por abrazarlo otra vez, contarle todo lo pasado y escuchar su opinión sobre el tema. 
Se alisó un poco la falda y buscó en su armario una chaqueta que no desentonara demasiado. Hacía frío, y no pensaba estar mucho tiempo en la calle, pero "nunca se sabe". 
Cogió el poco dinero suelto que tenía por si tenía que invitarlo a un café y salió de casa, móvil en mano, esperando su llamada. 
Llegó la primera al parque, se sentó en uno de los balancines del columpio, mirando sus botas, manchadas y sucias, antes de escuchar unos pasos acercarse y ver un cuerpo delgado colocarse ante ella. 

-¿Estás bien?

-Te he echado tanto de menos. 

-¿Estás llorando? - Violeta levantó la mirada hacia Jorge, que se agachó para ayudarla a levantarse y abrazarla. 

-No estoy llorando - contestó el chico tristemente. 

-Te he echado muchísimo de menos también. No sabes cuánto - dijo apretándolo más contra sí -. Pero no esperaba un reencuentro tan triste. 

-Perdona... es que estoy cansado, y llevo sin comer varias horas. 

Violeta se separó de él y le sonrió. 

-Te invito a un café. 

-Muchas gracias, de verdad que me hace falta. 

Violeta lo abrazó de nuevo y lo guió hasta una cafetería cercana. Se sentaron y ambos pidieron una bebida caliente. 

-Bueno - empezó diciendo Violeta dando un primer trago de su chocolate caliente - , creo recordar que debías contarme algo. 

Su amigo se volvió tenso. Violeta lo observó confusa y empezó a preocuparse cuando el chico dejó la taza sobre la mesa con las manos temblorosas y se masajeó la sien. 

-¿He... he dicho algo mal? - preguntó contrariada. 

-No... es solo que... es duro de explicar. 

-¿Qué ha pasado? Explícame, sabes que puedes, no te voy a juzgar.

El chico se encogió en su asiento. 

-¿Recuerdas a aquel chico rubio, que está en el grupo de los matones y que siempre tiene a una chica pidiéndole salir detrás de él? 

-Me suena.

-Se llama Andrés, y pasó una cosa...

-¿Qué pasó? - la chica empezaba a desesperarse. 

-Evitó que me metieran en una pelea, y después me pidió que quedara con él - empezó a decir él un poco más convencido de que a ninguna persona a parte de a Violeta en aquella cafetería estaba interesado en el tema -. Quedé con él, tenía curiosidad, y ya sabes que es muy guapo... Y... y me pidió salir. 

-¿¡QUÉ!?

-Es muy buen chico... mucho más de lo que parece... - intentó explicarse él. 

-¿Y qué le dijiste? ¿Qué pasa con Javi? 

-No le dije nada justamente por esa razón. 

-¿Y él que hizo?

-Estaba dispuesto a esperar por mí, me dio tiempo y volvimos a quedar - Jorge tragó ruidosamente, nervioso. Se disculpó con la mirada y siguió hablando - Pero aparecieron Samuel y los demás...

-Mierda.

-Nos vieron. A Andrés no le importaba que lo supieran pero supongo que no lo sabían aún, se llevaron una buena sorpresa. No se lo tomaron muy bien, y además saben que estoy con Javi... lo que solo lo empeoró más. 

Violeta suspiró melancólicamente. 

-Ellos... hablaron entre ellos unos minutos antes de salir fuera de la cafetería. Obviamente, quise ir tras ellos, pero Andrés me detuvo y me pidió muy seriamente que me quedara allí. No le hice caso y después de pagar, corrí tras ellos. - Violeta asintió, atenta  - Estaban en el bosque del parque. Se peleaban. Le gritaban a Andrés, estaban enfadados porque él los había visto desnudos, habían dormido en la misma cama, compartido ropa y demás, eran íntimos amigos, supongo. Samuel estaba tan cabreado... deberías haberlo visto. Se había puesto rojísimo, en parte porque un homosexual se la hubiese visto y sentía vergüenza y en parte porque había quedado conmigo. 

-Que horror de chico. 

Jorge asintió con ganas. 

-En un momento, Andrés se cansó de recibir gritos y pasaron a gritarse los dos, a darse empujones y en unos segundos se estaban pegando. Samuel es más fuerte que Andrés... - Jorge agachó la cabeza. 

-Jorge... ¿Andrés está bien? 

-Todos... todos sus supuestos amigos dejaron que Samuel de diera de hostias, Violeta. Lo dejaron solo en aquel sitio oscuro.  Todos siguieron a ese... cerdo, ninguno se atrevió a decir nada, ni a detenerlo. Cuando Andrés ya no podía más, cayó al suelo y corrí para ayudarlo. No... no sirvió de mucho. Solo conseguí recibir varias patadas y empujones, poco más. 

-¿Sabes que esto es denunciable? 

-Lo sé - dijo él apartando ese tema con un movimiento de mano -. Cuando se fueron me acerqué a él. Le habían roto la nariz y sangraba mucho, pero no vi una sola lágrima. Lo saqué de allí a cuestas mientras balbuceaba que me tendría que haber quedado en la cafetería y que lo sentía y que los demás eran unos capullos, que los denunciaría... Decidí buscar a alguien que nos llevase al hospital antes de hacer caso de lo que decía. Un hombre nos vio y se ofreció enseguida a hacerlo. 

-¿No teníais nada roto a parte de su nariz? 

-Le habían roto una costilla además y ahora está cubierto de moratones. Yo no tenía nada, pero aún así lo comprobaron, apenas quedan dos o tres moratones que demuestren que la pelea realmente sucedió. Menos mal, el padre de Andrés le sacó fotos y me convenció para sacarme otras cuantas a mí para denunciarlos. 

-¿Los denunciasteis? 

-Sí. El juicio es en unas semanas, yo soy testigo. 

-Espero que todo salga bien. 

-Oh, va a salir bien. Todo el mundo está de nuestra parte. Andrés consigue convencerlos perfectamente con un poco de teatro y yo solo me dedico a contar la verdad. Estamos... muy unidos. 

-¿Salís juntos? 

-Es una relación un tanto extraña. Pero me siento bien a su lado, y ya he hablado con Javier. Entiende que nuestra era muy difícil, que nos habíamos distanciado que tarde o temprano tenía que pasar y somos amigos. 

-Me alegro de que todo vaya bien ahora - dijo Violeta cogiéndole la mano con cariño. 

-Gracias, yo también - Jorge sonrió junto con ella - ¿Y tú no tienes nada que contarme?

-Bueno... pues resulta que... 












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