Este capítulo va dedicado a todos vosotros, nuestros lectores. Gracias por leernos y seguir ahí después de tanto tiempo. Esperamos que disfrutéis mucho con este capítulo, que os dedicamod con todo nuestro cariño.
¡Feliz Navidad, próspero Año Nuevo y hasta el año que viene!
Mª del Mar y Elena.
"Nada", la respuesta más mentirosa y común cuando te preguntan "¿qué te pasa?"
Sam pensaba en lo que
Dani le había contado apoyada en la pared del baño. Mientras, Dani
estaba metido en su propio mundo. Recordaba la época en la que Sam y
él salieron y cómo había empezado y terminado todo.
Conoció a Samanta cuando
se chocó con ella corriendo por los pasillos del instituto. Él le
tiró todos sus libros al suelo, y la ayudó rápidamente a
recogerlos sin intercambiar palabra. Sus ojos se toparon por apenas
unos momentos. Ella tenía unos ojos melosos anaranjados preciosos.
Eliot llegó detrás de él y le pidió perdón de su parte a la
chica, después le apremió a darse prisa para ir al examen.
Al día siguiente volvió
a encontrarse con ella. Parecía casi que lo hubiera estado
esperando; porque estaba casi en el mismo sitio en el que se chocaron
al día anterior.
-Ey, qué, tú eres el
chico que me tira los libros y ni siquiera se disculpa, ¿no? -dijo
ella por llamar su atención.
-Eh... Perdón. -Contestó
él rascándose la cabeza. Hizo un gesto de despedida con la cabeza y
se fue.
A partir de ese día,
Samanta y sus amigas siempre esperaban al principio de las clases en
ese sitio, y ella lo miraba disimuladamente en cuanto podía. Un día,
estaba estudiando con sus amigos en la biblioteca y dio la casualidad
de que Sam estaba sentada en la mesa de al lado. Escuchó como se
quejaba de que no le salieran los ejercicios de matemáticas y se
acercó a ella. Le preguntó si quería ayuda y se lo explicó
brevemente, lo cual seguramente dejó bastante sorprendidas a todas
las chicas que había en aquella mesa, con lo borde y callado que
normalmente se mostraba. Pero él no lo hizo adrede para ligar, sólo
quería ayudar, y más con el enorme ridículo que había hecho
cuando se tropezó con ella. Y lo de ser borde... eso era apenas una
máscara, después de lo que le ocurrió en primero, había aprendido
a auto-protegerse. A partir de entonces, Samanta había intentado
hablar con él todo lo que podía, lo cual al chico a veces le
parecía un poco molesto, empezando por su timidez. Él había notado
que le gustaba, pero no quería salir con nadie, y menos después del
daño que le hizo la chica de primero... Pero también pensó que a
lo mejor salir con ella le ayudaba a sentirse mejor, por sentirse
apreciado por alguien que no formara parte de su grupo.
Y así siguió todo hasta
que un día se quedaron a solas y se produjo su primer beso. A las
dos semanas, decidieron que la suya sería una relación formal.
Cuando se acostó con
ella fue sobretodo por enfado contra sus padres. Fue un acto tonto de
rebeldía, hacer lo que él más odiaba que hubiesen hecho ellos. Y
se lo restregó en la cara a ambos. Sus padres no se vieron con
fuerzas de regañarle, ¿cómo regañarle por aquello que ellos
mismos habían cometido? Y aún más, ¿por aquello por lo que el
niño había nacido? Pero sí le advirtieron que esperaban que la
chica se encontrase bien y que no jugara con ella, y menos por
incordiarles a ellos, dado que no era su culpa.
Dani empezó a sentirse
muy muy mal. No quería salir con ella, no por ella, si no por él.
Siempre había sabido que aún no estaba preparado para mantener una
relación, y menos una seria, y ahora todo se le desmoronaba encima.
Pero tampoco era capaz de decírselo o de dejarla. Terminó por pasar
olímpicamente de ella ante su propia inseguridad, de lo cual aún se
sentía muy arrepentido.
Ainoa y Sam siempre se
habían llevado bastante mal. Ya se llevaban mal desde antes de que
ellos dos salieran; pero Aino había conseguido aguantarla por su
amigo. Hasta... que lo dejaron, claro. Dani no sabía de qué se
conocían o de dónde procedía aquel odio; pero ambas parecían
guerreras en plena batalla cada vez que se veían. Y... después
llegó cuando Sam les echó la culpa a sus amigos de su ruptura y
empezó a hablar mal de ellos. Ainoa y Dani fueron a los que peor les
sentó. Conociéndolos lo suficiente o pensando un poco, cualquiera
hubiera sabido que no era por lo mal que le caía a la una o el
sentimiento de culpa del otro. No. Era por la autoestima de ambos,
que estaba hecha añicos. Pero llevaban máscaras que sabían
ocultarlo muy muy bien; tanto que a veces ni ellos mismos se daban
cuenta de su malestar interno.
-Ey, Dani, ¿me estás
escuchando?
-¿Eh? ¿Qué? Perdona.
-contestó éste volviendo a la realidad.
-Te decía que si nos
vamos yendo ya, que no es una situación muy cómoda estar en los
cuartos de baño del instituto con tu ex.
-Ah, claro, claro. Sólo
una cosa. Samanta, por favor, esta vez, guárdate lo que te he
contado para ti. No por mí, sino por ella. No metas también a
Violeta en todo este asunto.
***
-¿Qué te pasa, Eliot?
-le preguntó después de intentar consolarlo- Sabes que puedes
confiar en mí, sea lo que sea me lo puedes contar.
El chico intentaba con
todas sus fuerzas parar de llorar, lo cual sólo conseguía que se
pusiera peor. Como suele pasar cuando te abrazan y estás mal, el
abrazo de Ainoa había despertado sin quererlo su llanto.
Lo alejó hacia un sitio
un poco más apartado y se sentaron, mientras el muchacho se secaba
las lágrimas.
-Venga, cuenta, ¿qué te
pasa? ¿Puedo ayudarte en algo?
El chico negó con la
cabeza mientras hablaba.
-No... No es nada. Es...
Sólo es que...
-No, no es “nada”
cuando estas llorando, El. Dímelo, quizás podamos ayudarte.
-Es que... Últimamente
me siento como que estoy de sobra en el grupo, ¿sabes? Como que
estoy de más.
Ainoa se quedó
petrificada durante unos segundos. ¿Cómo había podido pensar justo
el cabecilla del grupo eso?
-Pero... No te entiendo,
Eliot. Si nosotros siempre estamos juntos para todo... Y tú siembre
has estado ahí... ¿eh? Con nosotros. ¿Por qué ahora dices eso?
-Sí, siempre ha sido
así; pero es que ahora yo noto las cosas como si... como si fueran
un poco diferentes. En fin, todos sabemos que Estrella, Justin y tú
habéis tenido siempre un trío bastante especial para contaros las
cosas, es cierto. Pero normalmente también estábamos siempre juntos
Dani y yo, al igual que vosotras y sobretodo Jus también nos
contábais de vez en cuando vuestras cosas. Pero últimamente es como
si... como si Dani estuviera siempre buscando estar al lado de
Violeta ¿sabes? Y vale, eso lo entiendo, aunque nunca haya estado
enamorado de nadie. Pero luego es como si vosotros tres también
estuvierais más pegados y fuerais cada uno por vuestra parte, y yo
siento que... como que sobro allí... que estoy en medio.
-Oh, Eliot, no digas
eso... Si sabes que nosotros siempre vamos a estar ahí y que te
queremos mucho...
-Euh... ya, ya lo sé.
Pero es lo que siento. -le respondió un silencio pensativo por parte
de su amiga- Normalmente todo esto seguramente se lo contaría a
Agus, ¿sabes? Ya sabes, porque no está metido en el lío... Pero no
quería contároslo a vosotros con tal de que no os sintierais mal;
porque no es vuestra culpa. Son sólo paranoias mías. … Supongo...
Supongo que yo también lo hecho de menos.
-Todos lo hacemos.
Siempre ha formado parte del grupo aunque fuera en menor parte. Pero,
en serio, Eliot, no te sientas así ¿vale? Que igual que no quieres
hacernos daño tampoco puedes protegernos siempre, y tú también
necesitas ayuda de vez en cuando ¿eh? Que no eres superman...
Consiguió hacerle
sonreír.
-Ojalá... -bromeó él.
-Venga, y ahora vámonos
con el grupo y ya verás como todo está bien.
Él asintió. Después de
estar hablando sobre el tema con todos, Eliot se acercó un poco a
parte a Ainoa.
-Oye, ¿a qué te
referías con todo eso que me has dicho antes de que te lo contara?
-le preguntó en un susurro.
-¿El qué?
-En fin... Ya sabes... Lo
del amor y todo eso.
-Ah... Ya te lo he dicho,
te quiero como a un hermano y estaba muy preocupada por ti. Esto...
es que no sabía como empezar a hablar.
-Am.
***
Violeta llegó a donde
estaba su clase y vio a Samanta de lejos, que hablaba con unas
amigas. Cogió aire. Se acercó a ella.
-Em... Sam... ¿Puedo
hablar un momento contigo?
Ella le dirigió una
mirada dolida e hizo como si se lo pensara. Ardía en deseos de que
la chica se disculpara ante ella, ya que a Violeta se le notaba en la
cara que estaba arrepentida.
-Sí... Supongo.
-Gracias... Esto... Es
que, quería decirte, que lo siento mucho por lo del otro día. No
debí decírselo; pero no sabía qué hacer al no saber quiénes eran
ellos de verdad... Y ahora ya no sé nada, tengo un cacao mental y no
sé quiénes sois ninguno de vosotros; al fin y al cabo apenas os
conozco... Pero sólo quería pedirte perdón, estuvo mal lo que
hice... no espero que me perdones; pero, en fin, tenía que
intentarlo.
Sam abrió la boca para
responder cuando alguien tiró del brazo d Violeta hacia atrás- la
chica se giró instintivamente. Era Ainoa.
-¡¿Pero qué haces?!
¿Por qué le pides perdón a la serpiente ésta? Hiciste lo que
debías, decirnos lo que contaba a nuestras espaldas...
-¡¿Por qué coño no te
metes dónde te llaman, Ainoa?! -soltó Samanta.
-¡Mira quién fue
hablar, la santa que nunca se mete en todos los fregados, oiga!
-Joder, ya empezamos.
Las tres se volvieron al
que había hablado detrás de ellas, Justin. Violeta agradeció que
viniera alguien a darle algo de cordura a todo este asunto.
Justin tenía el móvil
pegado a la oreja, algo prohibido en su instituto. Su interlocutor le
preguntó qué pasaba.
-Ainoa, que ya está otra
vez peleando con Sam. -respondió él. Se giró hacia la primera
chica- Vamos a ver, Ainoa, si Violeta quiere pedir disculpas a Sam,
por muy equivocada que tú creas que esté, ¡déjala! No es de tu
incumbencia lo que hagan con su vida; así que deja ya de intentar
buscarnos problemas ¿vale?
-Pero... Jus...
-Ni Jus ni nada, que les
dejes, ostia. Ya setoy harto de todos estos problemas, joder, que
agustico estaríamos viviendo en cavernas cada uno por su lado.
-Venga, Jus, no digas
eso.
Él bufó.
-¿Qué pasa? -pudieron
escuchar al otro lado de su teléfono.
-Nada, que empiezo a
hartarme de tanta mierda.
-Uf... ¿Dónde estás?
-En el instituto.
-No deberías hablar
conmigo, te van a quitar el móvil.
-Me da igual. Me da igual
todo.
-¿Yo te doy igual?
-No me seas imbécil.
-Venga, Jus, que no pasa
nada, ¿eh? ¿Quieres que vaya pa'lla esta tarde?
-No, no quiero que
vengas, Gus. Sólo quiero no tener que ver a nadie.
-Venga, no digas eso...
Mientras habían estado
hablando, Justin se había encaminado con pasos enfadados hacia el
pasillo. Ainoa lo había seguido con la mirada, entristecida por sus
palabras. En ese momento la profesora de latín de Justin se cruzó
con él y le dijo que colgara, lo cual hizo.
-¡Justin, espera! -le
pidió Ainoa.
Al mismo tiempo, Peter le
había vuelto la cara mientras pasaba por su lado para llegar a su
clase. Justin se fue corriendo.
En ese momento, Eliot,
que había visto a las chicas y había andado hacia ellas alegre, se
percató de la situación y corrió detrás del muchacho.
-¡Justin, espera!
-¡No quiero, déjame en
paz!
-¡Ainoa, ya voy yo! -le
gritó a la chica girándose a ella. Aino asintió.
La persecución llegó
hasta el cuarto de baño de los chicos, donde Justin se encerró en
uno de los pocos vaters con puerta y la atrancó, sentándose en la
tapa de la taza. Eliot entró detrás de él, quedándose al otro
lado de la puerta.
-Justin, quiero hablar
contigo.
-Pues yo no.
-¿Qué te pasa?
-Nada.
-Dímelo.
-No quiero, joder. déjame
en paz, Eliot.
-Um... Como quieras.
Eliot miró a su al
rededor. No había nadie. Cerró la puerta que daba a la zona
central del baño, se encaramó a la pared y pasó por encima de la
puerta de Justin, quedando entre el muchacho y la puerta, que mantuvo
sujeta.
-Ya que no quieres
decírmelo por las buenas, será por las malas. De aquí no sales
hasta que no me lo digas.
Justin se mordió el
labio y agachó la cabeza.
-Ey, venga. -le dijo El
dándole un empujoncito en la cabeza- A mí me incomoda tanto o más
que a ti estar aquí encerrado contigo.
Justin dejó escapar una
pequeña sonrisa y lo miró a la cara.
-Ey, que porque sea gay
no te voy a comer ¿eh?
-Bueno, pero creo que
ambos sabemos lo que yo pensaría si estaría aquí encerrado con una
chica buena ahora mismo... ¿Y por qué no ibas a pensar tú igual?
Justin aguantó una risa.
-Qué guarro eres...
Él sonrió, había
conseguido que se riera.
-Y ahora venga, dímelo.
Él respiró con fuerza,
lo miró a los ojos, tragó saliva y pensó por dónde empezar. Había
tantas cosas que contar...
-¿Y qué quieres que te
cuente?
Eliot frunció el ceño.
-Pues lo que te pase,
supongo.
-¿Qué parte de lo que
me pase?
-Venga, Jus...
Justin volvió a mirar al
suelo y se sorbió los mocos mientras se le humedecían los ojos,
sería una charla larga.
-Pues... no sabría cómo
decírtelo, un poco de todo.
-¿Un poco de qué?
-Empecemos por los
problemas. Últimamente todo el mundo tiene problemas. Y ya sabes que
yo no puedo con eso.
-Pero los problemas son
suyos...
-Ya, pero yo me preocupo
y me meto en su pellejo tanto que terminan siendo míos.
-Eres una magnífica
persona, Jus; pero deberías dejar de serlo un poco. No puedes
amargarte la vida por los problemas de los demás, ¿me entiendes? No
puedes dejar que nadie te
amargue la vida. Ni siquiera Ags, ni siquiera yo. Porque es tu
vida, y sólo tienes una.
-Te
he dicho un millón de veces que no le llames Ags...
-Ya,
bueno, ¿y qué? ¿Eso es lo que más te importa de esta
conversación?
-No;
pero...
-¿Pero
qué?
-Nada...
-¿Cuáles
son los problemas que te preocupan ahora, Jus?
Justin
se quedó un momento en blanco, no quería contarle lo de Peter, se
enfadaría con él. Se enfadaría mucho con él si descubría si
parte de la culpa de que estuviera así era por ese “perro”, como
lo llamaba él.
-Pues...
Empecemos por Sam y Ainoa. Me pone de los nervios que estén siempre
así, peleándose, y por tonterías. Sam también me ha dicho muchas
cosas a mí, y nunca me he peleado con ella.
-Eso
es cosa suya, como tú mismo le dijiste a Ainoa. Ellas se pelean y
seguirán peleándose por los siglos de los siglos amén; no me
preguntes por qué. Y de todas formas, tienes que admitir que si tú
aún no te has peleado con Sam es porque no has tenido cojones.
-Es
posible...
-¿Te
dolió que le dijera a Violeta que eres homo sin ella ni siquiera
saberlo?
-Mucho.
Eliot
hizo una mueca.
-Tienes
que empezar a aceptarte a ti mismo.
-¿Cómo?
¿Si todos lo usan para meterse conmigo?
-Mira
a Agus, él está perfectamente y lo sabe todo el santo instituto.
-Con
Agus no se metieron nunca, o no mucho. Por si no te has dado cuenta,
Agus causa miedo y respeto cuando se lo propone, no como yo.
-Bueno; pero...
-Pero nada, Eliot. Que no
me gusta que vayan habalando así sobre mí por ahí.
-Y no me extraña... En
fin, tú no hagas caso a Sam, ¿vale? Y si lo prefieres así, pasa
del tema con Violeta si ella no lo saca.
-De acuerdo...
-¿Qué más?
-Pues bueno... Tú
tampoco estás del todo bien.
-Ya, bueno... -agachó
unos segundos la cabeza- Es que, ¿sabes? Este año el grupo está
muyy cambiado.
-Ya, lo sé. Yo también
lo estoy notando; pero ya volverá,
Él asintió.
-Lo sé. Ojalá que
llegue pronto. ¿Qué más?
Justin cogió aire y se
decició a contárselo.
-Ya se que no te cae
bien; pero es sobre Peter. El chico no está muy bien últimamente...
De hecho, su primo está en el hospital por su culpa... Intenté
acercarme a él para ayudarle, y en principio funcionó, hasta me
dijo que le llamara Pedro y me confesó lo mal que se sentía.
-Pero...
-Pero después, de un
golpe, todo cambió. Ahora me mira mal o me aparta la mirada por los
pasillos, ¡y ni siquiera me habla! No sé lo que le ha pasado, me
dijo que quería cambiar...
Eliot miró al suelo
apretando la mandíbula. Justin se esperó una buena reprimenda,
hasta el último de sus amigos detestaba a Peter por lo que le había
hecho, e incluso por su forma de ser de ir mirando por encima del
hombro a la gente... Eliot lo miró a los ojos, casi veía la llama
de ira que el muchacho estaba intentando apagar.
-A ver, Justin. -dijo
como a baladas- Sí, es verdad que no soporto a ese tipejo, y mis
buenas razones tengo; pero no voy a matarte por ello. Aún así... no
te entiendo. Después de que él no ha hecho ni una cosa buena por
ti, ni por nadie, no sé por qué te preocupas tanto. Olvídate de él
¿vale? Olvídate de él. Hay mucha gente que puede hacerse cargo de
ello, no tienes por qué ser siempre tú. De hecho, en esta situación
tú eres el menos indicado: ni siquiera lo conoces. -suspiró- Por
favor, Jusin, sé que no puedo pedirte que cambias; pero intenta
reprimirte un poco, ¿quieres? No puedes mejorar la vida de todo el
mundo, simplemente, no puedes. Y menos si ellos no te dan permiso a
hacerlo.
Hubo un minuto de
silencio tenso, Justin pensaba si responderle o si no.
-Pero... Pero sí que ha
ayudado alguna vez a alguien. -Eliot lo miró casi con cara asesina-
Nos ayudo en el parque... Cuando los chicos d su instituto se habían
metido con Violeta.
Eliot parpadeó.
-Ahí... Ahí... Tienes
razón... La verdad es que no entiendo por qué lo hizo, sigo dándole
vueltas a ello; pero no lo entiendo. En fin...
Tras otro rato de
silencio, Eliot recordó que no estaba allí para regañar al chico;
si no para todo lo contrario.
-Bueno; pero, ey, Jus,
¿por todo lo demás estás perfectamente, no? Además de que esos ni
siquiera son problemas tuyos.
-Bueno...
Eliot se temió lo peor.
-¿Bueno?
-Hay algo más.
-¿Y el qué, si puede
saberse?
Justin cogió aire.
-Sé que parezco un
pesado, pero hecho de menos a Agus, mucho de menos. Y aunque hable
todos los días con él no es lo mismo; es como si se hubiera forjado
una nueva vida allí sin mí; mientras que la mía sigue rotando en
esperar que vuelva y en esos cinco minutos que paso dialogando con él
cada día, a cada vez que puedo. Y... también sigo sintiendo que
estoy marginado. Ya sé que eso me ha pasado siempre y nunca me ha
importado; pero ya empiezo a hartarme, ¿sabes? A veces me gustaría
ser como tú o como Dani, o como Gus. Pero parece que estoy destinado
a ser siempre el chico de la clase que sólo está ahí si es el
último al que queda por pedirle los apuntes, aunque haya que pasar
primero por todos los chungos de la clase. O el que sólo está ahí
porque va con un amigo.
Eliot se quedó sin saber
qué decir. Tenía razón, en el fondo, tenía razón. Fuera del
grupo él... no era nada para nadie. En la clase nunca había sido
uno más, y en los partidos de baloncesto iba sólo por ir con ellos
o con Agus, incluso Ainoa y Estrella estaban más incluidas en ellos,
hasta cuando no jugaban. También era verdad que el propio Justin se
había acostumbrado a estar así y hasta ayudaba a su situación
porque era así como estaba más cómodo, como había estado siempre;
pero no le extrañaba que quisiera experimentar como era ser como uno
más.
-No digas eso, Justin.
-declaró al fin- Si no te buscan ellos mismos se lo pierden; así
hay más Justin para nosotros, que vales mucho aunque ellos aún no
lo vean. Y... piénsalo... la verdad es que aquí la mayoría no
valen mucho porque son sólo borregos que dejan de ser ellos mismos
entre estas cuatro paredes para ser alguien, pero tú no; así que
tampoco te pierdes mucho. Si te digo la verdad, creo que Agus eligió
bien cuando te escogió a ti. No podría haberlo hecho mejor.
Justin sonrió y se
sonrojó un poco, sin ser capaz de levantar la cabeza.
-Gracias...
-No hay de qué,
-respondió El con una sonrisa- sólo digo la verdad. Y ahora levanta
ese ánimo y no estés tan de capa caída, ¿eh? -le apremió dándole
una palmadita en el hombro- Que seguro que a Ags no le gustaría
verte así.
Salieron y se encontraron
a otro chico que estaba haciendo sus necesidades en uno de los
orinales de pie. Él volvió la cabeza para ver quién era, Eliot se
quedo un poco pillado.
-Hola, Eliot. ¿Qué
hacíais ahí?
-Anda, hola, Gabriel.
Nada, sólo le hacía una encerrona para saber por qué demonios
estaba tan raro últimamente.
-Ah. Guay, supongo.
-respondió él con una mueca mientras volvía a lo suyo.
Justin bufó, conocía al
muchacho desde primero; pero para él era como si sólo Eliot
estuviera ahí.
-A mí no hace falta que
me saludes, ¿eh? -le reprochó borde.
-Perdona, Justin. Hola.
-respondió él sorprendido.
Justin se fue y Eliot lo
siguió después de despedirse.
***
Justin estaba sumido en
un dibujo en la mesa del salón. Se había despedido de Agus hacía
no sabía cuanto rato, las horas dibujando se le pasaban volando. Le
hacían sentir mejor; realmente, se le daba bien. Alguien llamó al
timbre de la casa, Jus dejó que fuera a abrir otro, sin perder
concentración ni un segundo.
Poco después, su hermano
lo llamó unos pasos detrás de él, el muchacho ni lo escuchó. Notó
una mano en su hombro, que lo sacó de su mundo de repente. Se giró
a su propietario.
-¿Qué pasa, Antón?
-Mira, ha venido a verte.
-le respondió él señalando hacia atrás. Justin se giró.
Estrella le sonrió
mientras saludaba con la mano con esa sonrisa risueña tan
característica suya que a Justin le subía el ánimo, como a muchos
otros.
-Estaba sola en casa y he
pensado en venir a verte, espero que no te importe.
-¡Claro que no! Estás
en tu casa.
Ella sonrió y se acercó
a él.
-¿Qué haces?
-Nada, sólo dibujaba un
poco.
-Um... Pues está muy
bien.
-Gracias.
Se sentaron en el sofá y
estuvieron hablando un rato los tres, a Antonio le encantaba pasar
tiempo con los amigos de su hermano, y a Justin no le importaba, le
gustaba mucho estar con él.
-Estrella. -llamó su
atención Antonio.
-¿Sí?
-¿Tú tienes novio? ¿Te
gusta alguien?
Ella se sonrojó un poco
mientras una imagen llegaba a su recuerdo; aunque por suerte el chico
no lo notó.
-No... Nadie, ¿por qué?
-No, nada, por saberlo.
-¿Y a ti, Jus? Pasas
mucho tiempo hablando con el teléfono...
Él le sonrió.
-Es que tengo muchos
amigos.
-Am...
En ese momento llegó su
madre.
-Anda, Antonio, déjalos
un rato a solas, que no creo que Estrella haya venido a hacer de
niñera.
El pequeño se fue con su
madre, ellos escucharon que hablaban y agudizaron el oído.
-Mamá, ¿tú crees que
Estrella y Justin están saliendo?
-No creo... Y si no
seguramente ya nos lo hubieran dicho, ¿no crees? Anda, deja
tranquilo a tu hermano. De todas formas, ¿por qué dices eso?
-No sé... Pero la verdad
es que no me importaría que se convirtiera en mi cuñada, me cae muy
bien Estrella.
Justin y ella
intercambiaron una mirada. Su hermano estaba en edad de inventar de
todo. Estrella reafirmó sus sospechas: no, aún no se lo había
dicho.
***
Jorge vio a Samuel por el
rabillo del ojo. Mierda... pensó.
¿Qué haría él allí? Intentó ocultarse sin que Andrés lo
notara; pero Samuel lo descubrió y se acercó a él.
-Vaya,
¿qué, maricón, poniendo los cuernos a tu novio? Creo que se lo
diré mañana... Y no sé por qué me parece que no le gustará
nada...
Andrés
levantó los puños cuando vio que detrás de Samuel aparecía el
resto de la jauría. Los bajó de inmediato. Habría que buscar aluna
otra forma de acabar con la disputa.
***
Violeta había vuelto a
su ciudad para ver a Jorge, había sido un largo viaje, aprovecharía
todo el fin de semana.
Vio
a Rubén al pasar por una bocacalle. Sonrió y pensó en saludarle,
por mucho que se hubiesen dado un tiempo, no pasaría nada por verle
un rato. Se acercó un poco a él, que aún no había percatado en
ella. Estaba con una mujer, en la puerta de un bar. Rubén la abrazó
y Violeta pudo ver una
enorme sonrisa en su cara y un cariño gigante desprendiéndose de
sus ojos.
-Te
quiero, -escuchó que le decía al oído- y te he echado muchísimo
de menos.
El
corazón de Violeta paró de latir. Se dio la vuelta y corrió a
alejarse de allí antes de que la viera. En cuanto estuvo fuera de su
vista, se dejó caer sobre una pared. Las lágrimas recorrían sus
mejillas mientras se mordía el labio inferior. Ahora entendía
perfectamente por qué le había pedido un tiempo.
Decidió
que no quería ver a nadie, y menos aún pasar todo el fin de semana
con Jorge; así que pensó en que escusa poner.
Mandó
un Whatsapp a su madre "Mamá, al final no me puedo quedar en
casa de Jorge -miró la hira para asegurarse de cuanto tiempo había
pasado-, estamos viendo una película pero después tiene que irse
con sus padres de visita" "Vale, pero vuelve en cuanto
terminéis la película"
Abrió
el chat de Jorge y le mandó también un mensaje "Lo siento
muchisísimo, Jorge; pero al final no puedo ir. Nos vemos otro día,
¿vale?
Se
dirigió de vuelta a la estación y esperó al tren. Éste tardó en
llegar media hora, que la chica pasó mirando sus zapatos. En el tren
se puso los cascos a todo volumen intentando pensar en otra cosa, con
tal de no llorar, y después retrasó lo máximo que pudo su regreso
a casa.
-Qué
rápido has llegado. -dijo su madre a modo de saludo desde la cocina
cuando abrió la puerta.
-El
tren ha llegado rápido. -respondió ella- Me voy a la cama, buenas
noches a todos.
-Pero
cómo, ¿no vas a cenar?
-Es
que Jorge y yo nos hemos hinchado de palomitas... Y no tengo
hambre...
-Bueno,
vale, hasta mañana.
Subió
corriendo a su cuarto, cerró la puerta, se quitó los zapatos y se
tiró a la cama sin cambiarse. Empezó a llorar desolada. Todo su
mundo se le caía encima mientras una sola persona se pasaba por su
mente: Rubén. Rubén sonriendo, Rubén besándole, Rubén con la
mujer...
No
durmió mucho esa noche, y cuando lo hizo, hasta en sus sueños
lloraba.
***
Rubén
volvió a su casa de pasar una fantástica velada con aquella mujer
con la que había pasado tantas noches, cuando su madre los arropaba
después de contarles un cuento y darles las buenas noches. Había
pasado tanto tiempo desde la última vez que la vio... y la había
echado tanto de menos... Fue una lástima que sus tíos y ella
tuvieran que mudarse de país cuando empezó la universidad.
***
Violeta
llevaba ya un rato despierta con la mirada perdida.
Había
tomado una decisión: lo suyo ya había acabado para siempre. A
partir de ahora era una simple chica de dieciséis años soltera, y
Rubén ni siquiera se pasaría por si vida. Era el momento de dejar a
otro su lugar y dejar que él se pudriera en los confines del
infierno.
¡Hola de nuevo! Sólo recordaros que hay nuevos personajes y descripciones en Vidas unidas ♪♥