domingo, 29 de septiembre de 2013

Esa sonrisa


 

 A veces, una simple sonrisa, te cambia el día, te hace ver tu mundo de una forma diferente, te convierte en alguien mejor.

Es muy posible que esté un tiempo sin amigos en clase, pero no le importa. Quiere concentrarse en no volver a ser el centro de las burlas de todos, ya recibió su lección.
Además, sigue doliéndole la cabeza.
Una chica se sienta en la mesa de delante, la mira extrañada y luego le sonríe. Ella le devuelve la sonrisa.
La clase está menos organizada que en su anterior instituto, pero le gusta más. Tiene los típicos colores en las paredes que todos los centros de la región.

-¿Eres nueva? - le pregunta un chico con pinta de ser el graciosillo de la clase. Lástima que esté sentado a su lado, no le gusta la gente así.

Ella asiente, en silencio.

-Soy Emilio, encantado – le dice, tendiéndole la mano. Ella lo observa unos segundos. Tiene una mirada realmente atrayente, una forma especial de mirarla. Acepta su saludo y le aprieta la mano - ¿Cómo te llamas?

Parece correcto a pesar de todo.

-Violeta.

-Un bonito nombre para una bonita cara – dice la chica que le ha sonreído antes.

No se había dado cuenta de que los estaba observando. Le vuelve a sonreír, bastante agradecida. Quizá necesitaba un cumplido que viniese de una chica, que podría acabar en amistad.

-Soy Sam, de Samanta – dice ella sonriendo de nuevo. Una sonrisa preciosa, dicho ya de paso. Se levanta y se acerca a ella. Violeta no tiene más remedio que imitarla. Se dan dos besos en las mejillas – Encantada, Violeta.

-Igualmente.

-Si puedo hacerte una pregunta... - dice Emilio, intentando volver a ser el centro de atención – si no te molesta... - ella niega sonriente con la cabeza - ¿Por qué te cambiaste tan de repente de instituto?

-Bueno, no ha pasado tanto tiempo desde que empezó el curso – comenta Sam – Podría estar de vacaciones...

-Pero ya nos ha dado tiempo a conocernos todos – se explica el chico, que al observar la mueca de descontento de Violeta hacia su comentario, se corrige -, pero encajarás, no te preocupes.

Ella se sienta en su sitio con una gracia ciertamente admirada. Nada que no haya perdido tiempo ensayando para no quedar demasiado mal.

-En realidad estaba en otro instituto antes de venir a este – aclara – Me cambié por... razones personales.

Emilio sonríe. Vaya, su sonrisa intimida un poco, al contrario que su mirada. Eso la desconcierta.
Sam lo observa distraída.

-Eso te aporta cierto misterio – dice el chico, aún sonriendo – será interesante.


***

-¿Te gusta Jose?

-¿Jose? - pregunta Jorge desconcertado.

El chico rubio le sonríe. Es muy guapo. Lleva el cabello despeinado, pero en cambio, parece estar cada pelo en un sitio muy concreto, todo demasiado perfecto. Tiene unos grandes ojos sin llegar a ser saltones con los que mira nervioso a su al rededor buscando o esperando algo o a alguien.
No puede evitar tenerle miedo. Lo tiene atrapado contra la pared.

-¡Sí! - empieza a cabrearse - ¡Mi amigo Jose!

-¿Con el que te peleabas en el recreo y el que te hizo ese moratón en el ojo?

-Ese mismo.

El chico rubio, del que no conoce el nombre, sino su mote, da un paso para atrás, dejándole por fin ver lo que hay y quién hay a su al rededor.

Allí está Jose.

Le han dado una buena paliza. Pobre.
Supone que no podrá decir nada a propósito. Aunque si tiene suerte, podrá llegar a casa, cambiarse la camisa rasgada y la cara de tierra del patio. Jorge lo mira con pena, intenta proporcionarle algo de apoyo con la mirada.

-¿Te gusta Jose? - le repite el chico rubio.

-Ya tengo novio, gracias – dice Jorge muy serio, que empieza a entender lo que pretenden.

En realidad, sabía que no iba a pasar nada bueno desde que le lo agarraron del brazo al salir del instituto y lo llevaron casi en volandas hasta aquél callejón.
Le preocupa la forma en que lo mira ese tal Jose. Parece querer decirle algo, pero no logra saber qué.

-¡No le gustas a nadie, Jose! - se burla otro de los amigos del chico rubio.

-Que pena...

-¡Parece que alguien ha perdido una apuesta! - se burlan los demás chicos.

Las miradas están concentradas en Jose, a quien están sacando del callejón a empujones. ¿Qué habrá apostado? Traga saliva, nervioso, le horrorizaría que lo obligasen a verlo.

Jorge se da cuenta entonces de que el chico rubio y perfecto lo está mirando fijamente.
Nadie lo nota, nadie ve cómo se acerca a él y le susurra algo al oído.

-¡Ya te puedes ir! - le grita uno de ellos a Jorge, señalándole la salida del callejón.
El chico evita mirarlo a los ojos, pero sus palabras se han quedado clavadas en él. Se repiten una y otra vez.
Sale corriendo de allí.
Aquellos chicos le sacan la mayoría uno o dos cabezas, son jugadores de baloncesto.

Anda preocupado pensando lo que podrán hacerle al pobre Jose. Está casi seguro de que lo provocaron para meterlo en aquella pelea.
Pero algo sobrepasa a todas las emociones: el chico con cuerpo de modelo de bañadores y cara de cantante famoso, el chico por el que todas babean, le ha pedido quedar para más tarde.
NECESITA saber lo que quiere.

***

-¿Se puede?

-Pasa, tranquila.

-Buenos días, señor. Quería avisarle de que el jefe en persona de la empresa americana está aquí.

-Ah, ¡perfecto! - dice algo más animado – Gracias, Ana.

-De nada, señor.

La secretaria sale del pasillo.
Rubén se levanta y da un paseo de unos segundos por el despacho para alisarse la camisa y apretarse la corbata.
Lleva esperando mucho tiempo para esto.
Si todo va como está planificado, posiblemente su empresa acabe expandiéndose a Estados Unidos.
Ha trabajado tantísimo, ha dejado a Violeta, se ha esforzado tanto... está tan cansado.
Algo dentro de sí mismo le dice que justamente por esa sola razón no conseguirá lo que se propuso hace unos meses.
Es la hora. Se mira los puños de la camisa una vez más, se arregla el pelo con las manos y un poco de gomina y sale al pasillo.

En seguida, su ayudante y un traductor lo empiezan a seguir.
El joven de gafas de pasta, chaleco gris y camisa blanca, un chico de unos veinte años que contrató básicamente por ser el sobrino de un amigo, le tiende un café con leche y sin azúcar.

-Gracias – dice antes de dar un sorbo -. Procura tomar nota de todo lo que pase, esto será interesante.




No hay comentarios:

Publicar un comentario