Ese sentimiento de saber que quieres estar con esa persona durante todos los momentos de tu vida. Ése, es el más bonito del mundo.
Entró en la cafetería un joven
robusto, moreno, con el pelo negro y muy distinguible acompañado por
una joven rubia de cara adorable.
-Agus, venga, que tenemos que irnos.
-le llamó su hermano mayor.
-Jo... ¿De verdad que te tienes que ir
ya? -a Justin se le saltaron las lágrimas a los ojos, llevaban mucho
tiempo sin verse, y no había podido disfrutar apenas de su
maravillosa voz y sus entrañables historias.
-Sí... Lo siento, pero vendré a verte
en cuanto pueda, cariño. Te lo prometo.
Yabo le pasó un brazo por encima a su
hermano y a Justin.
-Venga, nada, chicos. Despedíos, que
nos tenemos que ir.
Justin asintió.
-¿No podéis venir por aquí más a
menudo?
-No lo creo... -le respondió el
hermano mayor- Esta vez hemos venido porque ella tenía la fiesta del
cumpleaños de su primo por aquí cerca... -señaló a su novia-
Además, ¿y a ti podrían traerte?
-No sé... esta vez me ha traído el
hermano mayor de Ainoa.
-Oye, ¿Robin no le gustaba a...?
-empezó a preguntar Agustín.
-Sh. Calla.
Miranda se rió.
-Sí que tenéis vosotros rollos
amorosos por allí ¿no?
-Uf, ya verás. -sonrió Justin.
La verdad era que a penas la conocía.
Sólo se habían saludado alguna que otra vez; pero le caía bien. Y
Justin no solía equivocarse con sus intuiciones sobre las personas.
Habían quedado en una cafetería que estaba de camino a la ciudad de
Justin. Agus vivía con su hermano mayor, que tenía poco más de
veinte años pero ya se había independizado y trabajaba, y su novia,
que aunque no vivía teóricamente allí, pasaba la mayor parte del
tiempo con ellos y acostumbraba a dormir en su casa. Siempre tenía
la escusa de que le quedaba más cerca del trabajo que la casa de sus
padres. Agustín se había ido a vivir con ellos porque el
bachillerato de Bellas Artes de su ciudad era mejor.
-Te juro que intentaré venir a verte
en cuanto pueda, Jus, cariño. Me quedaré algún fin de semana o una
temporada cuando tenga tiempo. -él asintió.
-¿Y tú no podrías pasarte por allí
alguna vez? En nuestra casa hay sitio de sobra, y siempre serás bien
recibido. -sugirió Yabo.
-¡Sí, como que me iban a dejar mis
padres!
-Em... ¿saben qué eres gay?
-No...
-Y pensar que fuiste tú el que me
convenciste para que se lo dijera... capullo... -medio bromeó
Agustín.
-Bueno... pero esto no es lo mismo.
-¿Ah, no? ¿Y por qué?
-Porque antes eras tú el que tenía
que hacerlo y ahora soy yo... Y... me da pereza. -no se le ocurrió
nada mejor.
-Caaaapullo. -Jus sonrió.
-Bueno, lo sabe mi madre.
Era verdad que Justin le había ayudado
a Agustín antes de saber que el mismo era gay. Después de eso, Agus
había salido con dos chicos antes de saber que Jus era homosexual. Y
le había hecho daño, porque él ya lo amaba.
-Bueno, pues esperemos que podáis
volver a veros pronto. Pero vamos chicos, ahuecando el ala.
Se levantaron y dejaron el dinero sobre
la mesa antes de salir. La pareja se separó un poco. Agustín le
besó.
-Adiós, te quiero, cielo.
-Hasta pronto, mi pequeño. Te amo. -lo
volvió a besar.
Violeta se había quedado preocupada.
¿La dejaría Rubén? ¿Pararía de verla? Odiaba la conversación
que habían mantenido la noche anterior. No pensaba que aquello fuera
a terminar en una ruptura pero... el estómago le daba vueltas.
Esperaba que no pasara nada... Salió del cuarto de baño, donde
había estado lavándose las manos, y se dirigió a la cocina. Allí
estaba Rubén terminando de hacer la comida. Violeta se le acercó y
lo besó.
-Te quiero. -le dijo.
-Y yo a ti también. Te amo, Violeta. Y
te voy a querer por siempre. Es posible que a partir de ahora tenga
que venir un poco menos por el dinero; pero... que sepas que te
quiero y que en cuanto me necesites estaré ahí; aunque sea aquí.
-le señaló el corazón. A ella se le saltaron las lágrimas- ¿Me
entiendes? -le preguntó haciéndole subir la mirada, hasta que sus
ojos quedaron clavados los unos en los del otro- Te quiero, Violta, y
nunca voy a dejarte. Sería como desprenderme de una parte de mí.
-le sonrió- Violeta. ¿Te he dicho alguna vez que me encanta tu
nombre?
Ella hundió la cabeza sobre su pecho y
le abrazó con fuerza, abrazo que le fue correspondido.
-A mí el tuyo también, Rubén. Te
quiero.
Daniel había tenido que quedarse de
nuevo cuidando de sus hermanos aquel sábado. Los llevó al parque
para que jugaran un rato. Allí, se quedó apoyado en la pared. Eliot
lo vio y se acercó a él. Iba montado en su skate.
-¡Ey! Creía que hoy no podías salir.
-Dani le señaló a su hermano- Ah, va. Ya me extrañaba a mí.
Eliot se acercó a Lucas Martín, se
quitó el casco y se lo puso debajo del hombro. Revoloteó el pelo al
niño.
-¿Qué tal, Martín? -él le sonrió.
-Bien, Eliot.
-Oye, ¿cómo te van tus planes para el
futuro?
Una gran sonrisa se enmarcó en la cara
del niño.
-¡Muy bien! Mira ya sé cómo quiero
que me vayan a llamar: L. Martín. Ese va a ser mi logo. Y tendré
una gorra que lo ponga y todo, como los profesionales.
-Estoy seguro que a tu padre le
gustaría más que te llamaras Lucas M.
-Da igual, a mí me gusta más Martín.
Y no creo que le importe.
Él se rió.
-No, seguro que no. ¿Y qué, tienes
alguna canción nueva, vas entrenando? -él asintió.
-Estoy intentando componer una muy
guay. Y he encontrado una que está chulísima, pero no me acuerdo
cómo se llamaba... -soltó una pequeña risa- Te la enseñaré la
próxima vez que vengas con Dani a mi casa, ¿vale?
Eliot asintió. Daniel, que los
escuchaba, puso los ojos en blanco. No sabía por qué a su hermano
le gustaba tanto hablar con Eliot y viceversa. Para él estaba muy
claro que sus amigos eran sus
amigos y punto, no los de toda
la familia. En ese momento Carolina se acercó a él y le echó los
brazos. Daniel la cogió.
-¿Qué quieres,
pequeñina?
-¿Me puedes
empuja' en el columpio porfi?
Él asintió y la
soltó.
-¡Lucas! Voy con
tu hermana a empujarla en el columpio. Ven que no te pierdas.
-¡Sí!
-Te quiero, cari.
-Yo también te
quiero; ¿pero no te das cuenta que acabamos de estar hablando hace
cinco minutos en la cafetería?
-Jaja. Es que sé
que voy a pasar mucho tiempo sin verte. -hablaban por el WhatsApp.
-Esperemos que no
sea tanto. Te amo mi pequeñajo. Ojalá estuvieras siempre aquí.
-Sí... Oye ¿sabes
que acabo de ver a un tío muy bueno por la ventanilla?
-¡¡JUS!!
-¿Qué? Jaja.
-No intentes
ponerme celoso.
-No lo hago: lo
consigo.
-Puf...
-Jaja. No te quejes
que tú también hiciste lo mismo pero durante más tiempo. Además
que lo tuyo si iba en serio.
-Uy, Jus, no me
compares. Que yo no lo sabía. Eso es como si le dices a alguien “ey,
que no puedes salir con nadie, no vaya a ser que le gustes a otra
persona y no lo sepas y le estés haciendo daño.
-Hombre, pues
claro, Agus. Así debería de ser.
-¡Venga ya!
¡Entonces al final nadie saldría con nadie!
-Bueno... pues
cambiemos a “con nadie menos con Justin” y las chicas sí pueden,
que me da igual.
-¡No tienes tú fe
ni na'!
-Jaja. Bueno, te
dejo, que acabamos de llegar.
-Oki. Te amo,
Justin.
-Y yo a ti también,
Guille.
-¡Justin!
-Jaja. Que no,
venga. Te quiero, cari. ¡Si sabes que el 99% de mi corazón está
ocupado por ti!
Agustín sonrió
desde el coche de su hermano.
-¿Y el otro 1%?
-A mi familia y a
mis amigos.
-Está bien, está
bien. ¡Hasta pronto!
-Adiós.
El lunes, al salir
del instituto, los chicos se despidieron. Justin empezó a volver
sólo a su casa, con las muletas. Por suerte sólo estaría así por
quince días. Escuchó pasos por detrás; pero no les dio
importancia: a aquella hora todo el mundo volvía a casa del trabajo
o del instituto. Se culpó por no haber acelerado la marcha cuando
una figura frenó su ritmo para caminar a su lado y él vio por el
rabillo del ojo quién era. Peter.
-Ey, Justin.
-Hola. -murmuró
él.
-Quería decirte
algo... -Justin tenía la vista fija en el suelo- Oye ¿quieres
mirarme cuando te hablo?
Justin le miró
asustado. No quería empezar una pelea, y Peter se cabreaba por casi
nada.
-Perdona... No
quería parecer borde. Sólo quería decirte que... en fin, perdón
por mi comportamiento el otro día al salir de clase.
A Justin le dejó
alucinado este nuevo comportamiento de Peter. Miró con disimulo al
resto de la calle. No había nadie del instituto, adolescente o
muchacho de la pandilla de Peter. Empezaba a plantearse muchas cosas
acerca de Peter...
-No pasa nada, en
serio. No fue nada.
-Oye, ¿tienes los
deberes de mates para mañana?
-Claro. Si quieres
te los dejo luego, cuando lleguemos a los bancos, que no los puedo
sacar ahora mismo.
-Vale. -Peter miró
por primera vez sus muletas- ¿Quieres que te ayude?
-No, gracias, estoy
bien.
Una pequeña petición: no comparéis más a Justin con Justin Biever, por favor, que no es el único que puede llevar ese nombre... ¡A ver si ahora es que el nombre se inventó con JB!
ResponderEliminarGraciaaas
;)
Maria del Mar, BieBer, es BieBer jajaja. Vale ya no lo comparo mas pero como te he dicho, podrias haberle puesto otro nombre, como eustaquio, y esto no pasaba jajaja. Del capitulo: el tal Peter ese no me gusta, para mi que quiere hacerle algo porque pedirle perdon tan asi, yo no me fiaria...jaja llamame desconfiada pero es un sexto sentido, cuando desconfio de alguien al final resulta ser el/ella (yo me entiendo)
ResponderEliminarBueno, seguidla pronto!! :)