jueves, 25 de julio de 2013

Justin Bieber, Peter Pan y ...

 

 

Detrás de un escudo de roca, puede haber una persona formidable.

 


-Pedro González. -pasaba lista el profesor.

-Aquí. -contestó Peter.

Normalmente siempre les corregía y les pedía que lo llamaran Peter; pero aquél era un profesor de guardia y no haría falta, pensó, porque no creía que fuera a volver a verle.

Al acabar la hora, un chico intentó incondiarle.

-¡Ey, Pedro! -le dijo- Que nombre más bonito tienes, ¿eh?

Él fue a replicarle con enfado que le llamara Peter; pero Justin, que estaba también allí, se le adelantó.

-Oye, pues a mí Pedro me parece un nombre muy... -iba a decir “bonito” cuando se dio cuenta de que quedaría mal- guay, ¿eh?

Peter sonrió.

-Gracias, Justin.

-Es la verdad.

Dejaron de lado al muchacho dirigiéndose a la puerta para irse al patio. Peter iba con él.

-La verdad es que tú tienes peor suerte. Justin... como el chulillo ese de la tele.

Jus sonrió.

-Ya. ¿Sabes que me han llegado a preguntar que si a mis padres les gusta Justin Bieber?

-¿Ah, sí?

-Sí. Y yo como noooooo. Además, para cuando yo nací Bieber todavía no era conocido.

-Qué loca está la gente.

-Pues sí. Aunque a mí mi nombre me gusta.

Él sonrió.

-Justin ¿qué, era?

-¿Llevas cuatro años conmigo en clase y todavía no te lo sabes? -él se encogió de hombros y Justin sonrió- Justin Hurtado Campos.

-Qué raro me pareció el primer día escuchar ese nombre.

-Ya, es lo que tiene tener nombre inglés y padres españoles. Pero a ellos les gustó.

-Um. Justin Bieber.

-Oye, ¿y tú qué? ¿Como Peter Pan?

Él sonrió.

-¿Te gusta Justin Bieber?

-Ni me gusta ni me disgusta. Paso. ¿Y a ti Peter Pan?

Él se rió.

Estaban parados en la puerta de la clase, por fuera.

-Oye, ¿cómo es que te has quedado hablando conmigo en vez de irte con tus amigos?

Él se encogió de hombros.

-Mis amigos... Están en una excursión. Aunque en realidad puedo irme con el que quiera, claro. Conozco a casi todo el mundo en este instituto. Me acerco a cualquier grupo y ya está. Ya sabes, soy Peter.

-Um... No sabía que Peter Pan fuera tan famoso. -le bajó los humos. Peter sonrió.

-Oye, ¿alguna vez has tenido novia? -le preguntó Peter.

Él prefirió no mentirle: no, nunca había tenido una “novia”.

-¿Nunca? -se extrañó Peter.

-Bueno... Vale, sí. He tenido una pareja. De hecho, ahora mismo estoy saliendo con alguien.

-¿Ah, sí? ¿Y cómo se llama?

Cotilla... Pensó Justin. Aunque no podía quejarse, él también había intentado cotillear antes la vida de él.

-Yo le llamo “A” cuando estamos en público. -dijo “le” por no tener que hacer ninguna diferencia de género. Peter frunció el ceño.

-Dicen que no es bueno avergonzarse de tu pareja como para no querer decir quién es.

-Yo no me avergüenzo; simplemente, no queremos que nos molesten.

-Um.

-¿Y tú? ¿Has tenido novia? -le preguntó para poder cambiar el centro de atención.

-Bueno, ya sabes, ligoteos de una noche. Sales con alguien, te lías con ella en la disco, te lías en los pasillos del instituto, lo dejas y vuelta a empezar.

Justin ya sabía que hicieran eso; pero le horrorizaba escucharlo así.

-Um... ¿Y cuántas has tenido?

-Dos o tres.

Justin vio que sus amigos lo miraban con mala cara unos metros más allá. No se habían acercado porque veían que el chico sonreía- Bueno, yo en cambio tengo que irme. Mis amigos ya me estarán esperando.

-Ya. -Peter los miró por el rabillo del ojo- Son un poco sobreprotectores, ¿no?

-Bueno... Saben que me cuesta muy poco meterme en problemas y que yo solo no se salir de ellos. Así que me protegen, sí.

-Um... Son tu papi y tu mami. -contestó él en tono burlón. Justin sonrió.

-Podría decirte. Sólo que ellos han elegido tener que aguantarme, no como mis padres. -bromeó.

Peter sonrió y le dio una palmadita en el hombro.

-Anda, vete. Que tus niñeras te están esperando.

Justin sonrió y Peter se fue en sentido contrario.

-Hasta luego, Peter.

-Pedro, llámame Pedro.

Justin frunció el ceño sin saber qué habría querido decir con eso. Se dio la vuelta para preguntárselo; pero Peter ya se había alejado demasiado. Justin se acercó a su grupo.

-Ey, ¿que tal?

-¿De qué hablabas con Peter? -le preguntó Dani curioso.

-Na', de clases de mates, motes de los profesores y frases absurdas de los compañeros. Lo normal.

-Um.

-Oye, -le preguntó Eliot- ¿no te gustará Peter, verdad?

Justin lo miró como si lo que acabara de decirle dañara su persona.

-¡No, por Dios! Sabes que estoy muy enamorado de mi “A”.

-Bueno, ya... Pero eso no evita que otra persona te gusta.

-Y dale, que no.

-Bueno... ¿pero te parece guapo?

-Blaaaaaaaagh. -respondió él. Entendía que le preocupara que pudiera llegar a gustarle alguien como él; pero no le gustaba que insinuaran que le gustaba un chico por hablar con él. A ellos tampoco les gustaban todas las chicas con las que hablaban.

-Bueno, vale.

-Pero sabes que no lo decías por el físico en principio.

-Bueno... No.

-Y Peter es hetero, no podría salir con él aunque quisiera. Aunque bueno... sí hacerme daño.

-Pues eso.

Todos lo miraban como queriendo meterse en su mente para saber si decía la verdad. Y si lo hicieran, sólo encontrarían imágenes de Agus, que ocupaban el 99,9% de sus pensamientos.

-Y parad ya de suponer quién me gusta; porque yo os podría decir de quién estáis enamorados todos vosotros ¿eh? Así que dejadme tranquilo con mi Agus.

-¿Ah, sí? Pues venga, dime quién me gusta a mí, que yo todavía no lo sé y así lo descubro. -le respondió Eliot.

Las chicas y Dani preferían mirar a otro lado y rezar porque Jus no soltara la lengua. No pensaban que lo hiciera: llevaba guardándole secretos desde que tenían que trepar para sentarse en las sillas y nunca había contado nada a nadie.

-Pues ahora te jodes y no te lo digo. -le respondió él.

Y era verdad. Justin sabía por quién estaban colados cada uno de sus amigos excepto Eliot. Entre su intuición y lo observador y callado que era, esas cosas no solían escapársele. Eliot, por toda respuesta e intentando meterse con él para picarle, se apoyó en la pared como Agus solía hacerlo. Una pierna doblada y puesta baja en la pared, los codos doblados apoyados en ella y pasándose la mano de vez en cuando por el pelo de alante a atrás.

-Hola, soy Agustín y soy más guay que nadie ¿sabes? -intentó imitar su voz, aunque no se pareciera demasiado. Las chicas intentaban aguantárse la risa mientras Dani sonreía y Jus ponía mala cara- Y es que yo desde peque era el más chuli del barrio. Pero ahora me he mudado a otra ciudad y no me conoce casi nadie, claro, -se pasó la mano por el pelo al estilo Agus- pero claro que cada vez que paso por aquí voy saludando por todos lados.

-¡No te metas con mi Agus! -le dijo él empujándole.

Eliot sonrió.

Margarita, que pasaba por allí y los había visto, sonrió.

-¿Aún sigues con Agus? -le preguntó. Él asintió- Eres el novio que más tiempo ha tenido.

-Ya, y espero que siga siendo así. De hecho, espero no sonar egoista; pero prefiero que sea el último que tenga.

-¿Es tu primer novio, verdad?

-Sí, pero me da igual que sea el único que tenga en toda la vida. Sueño son ello.

Marga sonrió. Los del grupo fruncieron el ceño. Justin hizo un movimiento de cabeza para decirles que salieran ya al patio; ya que un profesor se acercaba dispuesto a echarles. Él y Estrella se adelantaron, andando con los otros por detrás mientras charlaban.

-¿Ya sabías que es gay? -le preguntó Eliot a Margarita.

-Sí, me lo dijo él mismo cuando Agus salía con Marcos. Pero la verdad es que yo ya se lo notaba.

-Um.



Ese día no hubo noticias buenas por los mundos de Violeta. Todo por unas cuantas llamadas que le dieron ganas de tirar su móvil por la ventana. La primera, fue de Rubén.

Violeta respondió al teléfono después de comer. No había podido cogerlo antes porque sus padres no le habían dejado levantarse de la mesa; sobretodo después de que uno de ellos viera que la llamada entrante era de Rubén.

-Hola, Violeta, cariño.

-Oh, oh... No me gusta ese tono. ¿Qué te pasa, Rubén?

-No es nada, es sólo que...

-¿Qué te pasa, Rubén? Tienes que decírmelo.

-Prométeme que no te enfadarás.

-Me estás asustando...

-No es nada, sólo que... no podré ir a verte en una semana. O... quince días.

-¿¿¿Sólo???

-Ya lo sé, cariño, ya lo sé... Pero no te preocupes, se pasará en nada, de verdad. Es por viajes de trabajo.

-Es que ya no es sólo que te vaya a echar de menos, Rub. Es que eres la única persona que conozco de aquí a cinco kilómetros a la redonda y no voy a poder evitar querer verte.

-Pues ya va siendo hora de que te vayas haciendo amigos. Hablaremos por la noche tooodos los días ¿vale? Te lo prometo.

-Puf...

-Ahora tengo que dejarte, cariño. Tengo una reunión. Adiós. Te quiero.

-Pufff...

-Adiós, prin... -Violeta le cortó la llamada.

Tendría que haberle prometido que no se enfadaría antes de contárselo... En fin... Pensó él. Mientras, Violeta pensaba que no sabía cómo iba a poder soportar quince días sin él. Y quince días, siendo viajes de trabajo de Rubén, bien se podrían alargar en veinte. Le llegó un Whatsapp de una amiga de su antiguo instituto y recordó que debía de llamar a Jorge. No tenía gana alguna de hacerlo; pero por el mensaje de él, parecía ser importante.

-Perdona, ahora mismo no puedo hablar contigo -le dijo a su amiga- Te escribo luego ¿vale?

Llamó a Jorge y esperó a que se lo cogiera.

-Hola, Jorge. ¿Que tal? -intentó que no se le notara que estaba ella también mal.

-Hola, Violeta... Mal... -Violeta suspiró para sí. Tendría que olvidar lo suyo con Rubén.

-¿Qué te ha pasado?

-¿Conoces a algún gay u homosexual mayor que pueda ayudarme? -obvió él su pregunta.

-Pues por desgracia no, -le contestó ella, que no sabía esa faceta de Justin- ¿por qué? ¿Qué te ha pasado?

Él resopló.

-Pues verás... En mi instituto han entrado este año unos homófobos de mierda.

-No me digas eso.

-Sí. Pues mira, descubrieron lo mío con Javi. Porque claro, como yo me había dado cuenta de eso antes habíamos intentado ocultarlo para que no nos molestaran. Y empezaron a meterse muy mucho con nosotros. Dicen que tenemos una enfermedad mental o algo. -Violeta se mordió el labio inferior- Nos ponen carteles ofensivos en las taquillas e, incluso, en Educación Física le dicen al profesor ¡Noooooo! ¡Que ese es gay! ¡No me lo pongas en mi equipo!

-Joder.

-De verdad, tía. Es que esto ya es bulling obsesivo macho.

-De verdad. ¿Y no se lo habéis dicho a la tutora o algo?

-¿Y de qué serviría? Les darían una regañina y luego se enfadarían más con nosotros y sería peor todavía.

-Bueno... Pero anda, hadme caso y díselo a la tutora, al orientador o a tus padres. Seguro que ellos saben cómo hacer algo.

-Vale...

-¿Y con Javi? ¿Qué me decías que pasaba?

-Ah, eso... Pues que últimamente está muy raro, Violeta. -ella adivinó que al chico se le saltaban las lágrimas.

-¿Por qué dices eso? ¿Qué hace para que digas que está tan raro?

-Pues no lo sé... Se lo noto, lo intuyo. Está extraño, no es el de antes. Necesito que vuelvas Violeta... Te necesito...

-Ya, ya lo sé. A mí también me gustaría estar allí para poder ayudarte, Jorge. Lo siento.

-En fin, no es culpa tuya... Te echo de menos.

-Y yo a ti, peque. ¿Y por qué decías que si conocía a algún Homosexual mayor?

-Pues porque a lo mejor él (o ella) había aprendido ya a pasar de los insultos de los otros, a superarlo y todo eso. Pensé que podría enseñarme...

-Entiendo. Siento no poder ayudarte.

-Bueno... Tengo que dejarte, Violeta. Clase de inglés.

-Adiós.

-Ciao.

Puff... Vaya mierda... Y encima no tengo aquí a Rubén para preguntarle como poder ayudarlo... Y, para colmo, tengo que empezar a hacer amigos ya por mandato de él y de mi padre. Tiene tela... Pobre Jorge... AYYY ¡MIERDA DE DÍA!

Sólo había una cosa para mejorar la situación: al día siguiente, exámenes de mates y sociales.

lunes, 15 de julio de 2013

Confesiones


Ayudar a los demás y sentirte feliz porque sonrían ellos, hace ver lo grande que eres.

 

Tenían Plástica y esa profesora no solía pasar lista ni enterarse cuando estaban cambiados de sitio. Por eso, como de costumbre, todos se sentaron con sus amigos. Justin no tenía ningún amigo en su clase, y con los que se llevaba bien tenían mejores amigos con los que sentarse que él. Permitió al amigo de su compañero coger su sitio y se dispuso, como siempre, a esperar para ver que sitio quedaba libre. Cambió de idea al percatarse de que había un sitio libre cerca de Peter, el cuál tenía su asiento aislado al lado de la pared y no podía cambiarse porque sí lo notaría la profesora. Se sentó allí, llegó la profesora y empezó la clase. Ella siempre les dejaba hablar en voz baja. Justin observaba de vez en cuando a Peter. Siempre le había llamado mucho la atención aquel chico: siempre se mostraba tan voraz y cortante cuando estaba con sus compis, actuaba como si se creyera el mejor del mundo y se hacía el malote. Pero Justin intuía que no era así, que él mismo no se creía tan guay como aparentaba creer y notaba que siempre intentaba aprobarlo todo “a escondidas” es decir, haciendo como si todo aquello no fuera con él.
-Ey, Justin. -lo llamó el chico en un momento dado- Préstame un lápiz amarillo, anda, que se me ha olvida'o.
-Claro, toma. -respondió tendiéndoselo con una sonrisa. Él le sonrió.
Pero Justin había notado que el chico no se notaba bien en cuanto le había hablado y le había mirado. Por su tono de voz y su mirada. Parecía desolado. Y Justin tenía esa extraña necesidad de ayudar e intentar hacer feliz a todo el mundo, incluso a los que lo trataban mal o lo ignoraban.
Cuando acabó la clase Justin se acercó a él, que estaba guardando las cosas en su estuche. Peter levantó la mirada extrañado por su presencia allí.
-Eh... Hola. -le dijo.
-Hola, Peter. Dime, ¿te pasa algo? Hoy te noto un tanto extraño.
-No, nada. -volvió a su tarea- Gracias; pero estoy bien.
Justin se preguntó si había sido demasiado directo. Se le daba muy mal hablar con desconocidos y sobretodo entablar él la conversación con ellos.
-¿Estás seguro? Porque creo que si no es así yo siempre podría ayudarte.
Él le sonrió.
-Te lo agradezco, Justin, en serio. Pero no me ocurre nada. Además, apenas te conozco ¿qué querrías hacer tú por mí?
Justin entendió en ese momento que, de saber Peter que él era gay, podría haberlo mal interpretado; porque podría pensar que lo que quería era tener algo con él o que se preocupaba porque le gustara. Tenía suerte de que sólo algunos de la clase lo sabían. Si Peter hubiera llegado a pensar así, no hubiera querido volver ni a mirarle a la cara. No obstante, Justin ya estaba acostumbrado a ello y no le culparía.
-Bueno, en mi opinión, no tienes que conocer a una persona para querer ayudarla: yo pienso que es un deber humanitario intentar ayudar a los demás cuando estos lo necesitan, y sin esperar nada a cambio. De todas formas, si tú dices que no es nada... pues ale.
En ese momento aparecieron los del grupo de Peter por la puerta, él se levantó y comenzó a gesticular como si se pusiera, como hacía siempre, por encima de él. A sabiendas de que no lo escuchaban, no le importó continuar con la conversación.
-Mira chico, puede que me pase algo ¿vale? Pero de todas formas a ti no tiene por qué importarte. Sé apañármelas por mí solito ¿eh? Así que métete en tus propios asuntos que la gente se lo puede tomar mal si te acercas como si nada y les dices que les pasa algo. Adiós.

Violeta encendió el móvil al salir al recreo. Recibió un Whatsapp y lo miró mientras merendaba.
-Tía, Violeta, tenemos que hablar... mi chico está últimamente muy raro, y no sé qué le pasa... Necesito tu ayuda. Llámame en cuanto puedas, ¿vale? -decía el mensaje. Era de su amigo Jorge.
-Claro, en cuanto llegue a casa ¿vale? A no ser que quieras contármelo por aquí antes...
Pero no recibió ningún mensaje y Jorge no se puso “en línea” así que se resignó a esperar a llegar a casa.

Ainoa y Justin estaban solos en el recreo; ya que Estrella no había ido a clase ese día y los chicos estaban terminando un examen. Estaban en un lugar apartado al que a ambos les gustaba ir porque era fresco y no pasaba casi nadie. Justin estaba tumbado en el suelo, y Ainoa le pasaba la mano por el pelo con cariño. Se llevaban como si fueran primos de toda la vida, sobretodo desde que Ainoa sabía que Justin nunca podría sentir nada por ella, lo cuál la tranquilizaba ya que él nunca le había gustado. Pero le tenía un gran cariño. En su mundo ficticio, Estrella, él y ella eran hermanos trillizos que habían separado porque sus padres no querían cuidarlos a todos. Idea de Estrella, que tenía una gran imaginación que nunca paraba de trabajar. También había dicho una vez, cuando Eliot y Daniel se habían quejado de no salir en su ficción, que aquello era porque ellos, Agustín, Robin y otros tantos más eran príncipes que tenían que pelearse entre ellos para conseguir la mano de las bellas princesas, que mientras esperaban jugando al baloncesto en su castillo y comiendo tartas mientras se contaban los cotilleos de todo el barrio. Ainoa sonrió al recordar esta parte del absurdo relato. Cuando de imaginar o de inventar respuestas tontas se trataba, Estrella era la mejor de todos.
-Ainoa... -la devolvió a la Tierra Justin.
-Sí, dime.
-Lo echo de menos...
Ella no pudo reprimir una carcajada.
-¡Justin! ¡Pero si estuviste ayer mismo con él!
-Ya, lo sé, pero... Es que apenas pudimos estar un rato, y además, yo no quiero estar con él un rato, yo quiero estar con él siempre.
-Bueno, pues tú piensa que tienes toda una vida por delante para poder compartirla con él ¿vale?
-Y eso pienso hacer. Te prometo que la compartiré con él toda.
-No me cabe duda. -le respondió con una sonrisa.
-Pero... El problema es que yo no quiero estar con él toda mi vida.
-¿Y eso? -le preguntó atónita, acababa de contradecirse a sí mismo.
-Porque yo quiero pasar la eternidad con él, no mi vida, que es muy corta. -Ainoa sonrió- Además, no me importa que vaya a poder estar con él después. Yo quiero estar con él ahora durante cada segundo de mis días. Le echo mucho de menos, Aino, si al menos pudiera verlo un par de veces por semana...
-Bueno, bueno, no te preocupes Jus. Ya verás como dentro de nada vendrá de nuevo aquí y podrás pasar todos los días con él, ¿vale?
-Claro. Oye, por cierto, -cambió de tema- ¿a ti te sigue gustando mucho "el", eh? -sonrió pícaro.
-¡Justin! ¿No se lo habrás dicho a nadie, verdad? -preguntó, visiblemente alterada.
-No, tranquila. Tu secreto está completamente a salvo conmigo.
-Pero... ¿cómo lo has sabido?
Él se encogió de hombros.
-Intuición, supongo. Simplemente, me he dado cuenta.
-Pero ¿estás seguro de que es...? -estuvo a punto de pronunciar su nombre, le preocupaba que Justin se hubiera equivocado de chico en su predicción. Él asintió.
-Sin ninguna duda. De todas formas, no creo que ni siquiera Estrella lo sepa. -ella negó con la cabeza- Pues tranquila, que tu secreto estará completamente a salvo conmigo. Aún así... oye, a ver si te lanzas ¿eh? -le dio un codazo mientras sonreía pícaramente. Ella se sonrojó.
-Uf... Cállate, tonto.
En ese momento llegaron los dos chicos.
-Ey, ¿de qué habláis? -les preguntó Eliot.
-No, de nada. -le respondió Ainoa.
-¿Qué tal el examen, chicos? -les preguntó Justin.
-Bien. -contestó Eliot.
-Eso creo. -dijo Dani.
 

miércoles, 3 de julio de 2013

Besos

Ese sentimiento de saber que quieres estar con esa persona durante todos los momentos de tu vida. Ése, es el más bonito del mundo.

 

Entró en la cafetería un joven robusto, moreno, con el pelo negro y muy distinguible acompañado por una joven rubia de cara adorable.

-Agus, venga, que tenemos que irnos. -le llamó su hermano mayor.

-Jo... ¿De verdad que te tienes que ir ya? -a Justin se le saltaron las lágrimas a los ojos, llevaban mucho tiempo sin verse, y no había podido disfrutar apenas de su maravillosa voz y sus entrañables historias.

-Sí... Lo siento, pero vendré a verte en cuanto pueda, cariño. Te lo prometo.

Yabo le pasó un brazo por encima a su hermano y a Justin.

-Venga, nada, chicos. Despedíos, que nos tenemos que ir.

Justin asintió.

-¿No podéis venir por aquí más a menudo?

-No lo creo... -le respondió el hermano mayor- Esta vez hemos venido porque ella tenía la fiesta del cumpleaños de su primo por aquí cerca... -señaló a su novia- Además, ¿y a ti podrían traerte?

-No sé... esta vez me ha traído el hermano mayor de Ainoa.

-Oye, ¿Robin no le gustaba a...? -empezó a preguntar Agustín.

-Sh. Calla.

Miranda se rió.

-Sí que tenéis vosotros rollos amorosos por allí ¿no?

-Uf, ya verás. -sonrió Justin.

La verdad era que a penas la conocía. Sólo se habían saludado alguna que otra vez; pero le caía bien. Y Justin no solía equivocarse con sus intuiciones sobre las personas. Habían quedado en una cafetería que estaba de camino a la ciudad de Justin. Agus vivía con su hermano mayor, que tenía poco más de veinte años pero ya se había independizado y trabajaba, y su novia, que aunque no vivía teóricamente allí, pasaba la mayor parte del tiempo con ellos y acostumbraba a dormir en su casa. Siempre tenía la escusa de que le quedaba más cerca del trabajo que la casa de sus padres. Agustín se había ido a vivir con ellos porque el bachillerato de Bellas Artes de su ciudad era mejor.

-Te juro que intentaré venir a verte en cuanto pueda, Jus, cariño. Me quedaré algún fin de semana o una temporada cuando tenga tiempo. -él asintió.

-¿Y tú no podrías pasarte por allí alguna vez? En nuestra casa hay sitio de sobra, y siempre serás bien recibido. -sugirió Yabo.

-¡Sí, como que me iban a dejar mis padres!

-Em... ¿saben qué eres gay?

-No...

-Y pensar que fuiste tú el que me convenciste para que se lo dijera... capullo... -medio bromeó Agustín.

-Bueno... pero esto no es lo mismo.

-¿Ah, no? ¿Y por qué?

-Porque antes eras tú el que tenía que hacerlo y ahora soy yo... Y... me da pereza. -no se le ocurrió nada mejor.

-Caaaapullo. -Jus sonrió.

-Bueno, lo sabe mi madre.

Era verdad que Justin le había ayudado a Agustín antes de saber que el mismo era gay. Después de eso, Agus había salido con dos chicos antes de saber que Jus era homosexual. Y le había hecho daño, porque él ya lo amaba.

-Bueno, pues esperemos que podáis volver a veros pronto. Pero vamos chicos, ahuecando el ala.

Se levantaron y dejaron el dinero sobre la mesa antes de salir. La pareja se separó un poco. Agustín le besó.

-Adiós, te quiero, cielo.

-Hasta pronto, mi pequeño. Te amo. -lo volvió a besar.







Violeta se había quedado preocupada. ¿La dejaría Rubén? ¿Pararía de verla? Odiaba la conversación que habían mantenido la noche anterior. No pensaba que aquello fuera a terminar en una ruptura pero... el estómago le daba vueltas. Esperaba que no pasara nada... Salió del cuarto de baño, donde había estado lavándose las manos, y se dirigió a la cocina. Allí estaba Rubén terminando de hacer la comida. Violeta se le acercó y lo besó.

-Te quiero. -le dijo.

-Y yo a ti también. Te amo, Violeta. Y te voy a querer por siempre. Es posible que a partir de ahora tenga que venir un poco menos por el dinero; pero... que sepas que te quiero y que en cuanto me necesites estaré ahí; aunque sea aquí. -le señaló el corazón. A ella se le saltaron las lágrimas- ¿Me entiendes? -le preguntó haciéndole subir la mirada, hasta que sus ojos quedaron clavados los unos en los del otro- Te quiero, Violta, y nunca voy a dejarte. Sería como desprenderme de una parte de mí. -le sonrió- Violeta. ¿Te he dicho alguna vez que me encanta tu nombre?

Ella hundió la cabeza sobre su pecho y le abrazó con fuerza, abrazo que le fue correspondido.

-A mí el tuyo también, Rubén. Te quiero.





Daniel había tenido que quedarse de nuevo cuidando de sus hermanos aquel sábado. Los llevó al parque para que jugaran un rato. Allí, se quedó apoyado en la pared. Eliot lo vio y se acercó a él. Iba montado en su skate.

-¡Ey! Creía que hoy no podías salir. -Dani le señaló a su hermano- Ah, va. Ya me extrañaba a mí.

Eliot se acercó a Lucas Martín, se quitó el casco y se lo puso debajo del hombro. Revoloteó el pelo al niño.

-¿Qué tal, Martín? -él le sonrió.

-Bien, Eliot.

-Oye, ¿cómo te van tus planes para el futuro?

Una gran sonrisa se enmarcó en la cara del niño.

-¡Muy bien! Mira ya sé cómo quiero que me vayan a llamar: L. Martín. Ese va a ser mi logo. Y tendré una gorra que lo ponga y todo, como los profesionales.

-Estoy seguro que a tu padre le gustaría más que te llamaras Lucas M.

-Da igual, a mí me gusta más Martín. Y no creo que le importe.

Él se rió.

-No, seguro que no. ¿Y qué, tienes alguna canción nueva, vas entrenando? -él asintió.

-Estoy intentando componer una muy guay. Y he encontrado una que está chulísima, pero no me acuerdo cómo se llamaba... -soltó una pequeña risa- Te la enseñaré la próxima vez que vengas con Dani a mi casa, ¿vale?

Eliot asintió. Daniel, que los escuchaba, puso los ojos en blanco. No sabía por qué a su hermano le gustaba tanto hablar con Eliot y viceversa. Para él estaba muy claro que sus amigos eran sus amigos y punto, no los de toda la familia. En ese momento Carolina se acercó a él y le echó los brazos. Daniel la cogió.

-¿Qué quieres, pequeñina?

-¿Me puedes empuja' en el columpio porfi?

Él asintió y la soltó.

-¡Lucas! Voy con tu hermana a empujarla en el columpio. Ven que no te pierdas.

-¡Sí!





-Te quiero, cari.

-Yo también te quiero; ¿pero no te das cuenta que acabamos de estar hablando hace cinco minutos en la cafetería?

-Jaja. Es que sé que voy a pasar mucho tiempo sin verte. -hablaban por el WhatsApp.

-Esperemos que no sea tanto. Te amo mi pequeñajo. Ojalá estuvieras siempre aquí.

-Sí... Oye ¿sabes que acabo de ver a un tío muy bueno por la ventanilla?

-¡¡JUS!!

-¿Qué? Jaja.

-No intentes ponerme celoso.

-No lo hago: lo consigo.

-Puf...

-Jaja. No te quejes que tú también hiciste lo mismo pero durante más tiempo. Además que lo tuyo si iba en serio.

-Uy, Jus, no me compares. Que yo no lo sabía. Eso es como si le dices a alguien “ey, que no puedes salir con nadie, no vaya a ser que le gustes a otra persona y no lo sepas y le estés haciendo daño.

-Hombre, pues claro, Agus. Así debería de ser.

-¡Venga ya! ¡Entonces al final nadie saldría con nadie!

-Bueno... pues cambiemos a “con nadie menos con Justin” y las chicas sí pueden, que me da igual.

-¡No tienes tú fe ni na'!

-Jaja. Bueno, te dejo, que acabamos de llegar.

-Oki. Te amo, Justin.

-Y yo a ti también, Guille.

-¡Justin!

-Jaja. Que no, venga. Te quiero, cari. ¡Si sabes que el 99% de mi corazón está ocupado por ti!

Agustín sonrió desde el coche de su hermano.

-¿Y el otro 1%?

-A mi familia y a mis amigos.

-Está bien, está bien. ¡Hasta pronto!

-Adiós.





El lunes, al salir del instituto, los chicos se despidieron. Justin empezó a volver sólo a su casa, con las muletas. Por suerte sólo estaría así por quince días. Escuchó pasos por detrás; pero no les dio importancia: a aquella hora todo el mundo volvía a casa del trabajo o del instituto. Se culpó por no haber acelerado la marcha cuando una figura frenó su ritmo para caminar a su lado y él vio por el rabillo del ojo quién era. Peter.

-Ey, Justin.

-Hola. -murmuró él.

-Quería decirte algo... -Justin tenía la vista fija en el suelo- Oye ¿quieres mirarme cuando te hablo?

Justin le miró asustado. No quería empezar una pelea, y Peter se cabreaba por casi nada.

-Perdona... No quería parecer borde. Sólo quería decirte que... en fin, perdón por mi comportamiento el otro día al salir de clase.

A Justin le dejó alucinado este nuevo comportamiento de Peter. Miró con disimulo al resto de la calle. No había nadie del instituto, adolescente o muchacho de la pandilla de Peter. Empezaba a plantearse muchas cosas acerca de Peter...

-No pasa nada, en serio. No fue nada.

-Oye, ¿tienes los deberes de mates para mañana?

-Claro. Si quieres te los dejo luego, cuando lleguemos a los bancos, que no los puedo sacar ahora mismo.

-Vale. -Peter miró por primera vez sus muletas- ¿Quieres que te ayude?

-No, gracias, estoy bien.