martes, 24 de diciembre de 2013

Nada

Este capítulo va dedicado a todos vosotros, nuestros lectores. Gracias por leernos y seguir ahí después de tanto tiempo. Esperamos que disfrutéis mucho con este capítulo, que os dedicamod con todo nuestro cariño.
¡Feliz Navidad, próspero Año Nuevo y hasta el año que viene!
Mª del Mar y Elena.







"Nada", la respuesta más mentirosa y común cuando te preguntan "¿qué te pasa?" 

 





Sam pensaba en lo que Dani le había contado apoyada en la pared del baño. Mientras, Dani estaba metido en su propio mundo. Recordaba la época en la que Sam y él salieron y cómo había empezado y terminado todo.



Conoció a Samanta cuando se chocó con ella corriendo por los pasillos del instituto. Él le tiró todos sus libros al suelo, y la ayudó rápidamente a recogerlos sin intercambiar palabra. Sus ojos se toparon por apenas unos momentos. Ella tenía unos ojos melosos anaranjados preciosos. Eliot llegó detrás de él y le pidió perdón de su parte a la chica, después le apremió a darse prisa para ir al examen.

Al día siguiente volvió a encontrarse con ella. Parecía casi que lo hubiera estado esperando; porque estaba casi en el mismo sitio en el que se chocaron al día anterior.

-Ey, qué, tú eres el chico que me tira los libros y ni siquiera se disculpa, ¿no? -dijo ella por llamar su atención.

-Eh... Perdón. -Contestó él rascándose la cabeza. Hizo un gesto de despedida con la cabeza y se fue.

A partir de ese día, Samanta y sus amigas siempre esperaban al principio de las clases en ese sitio, y ella lo miraba disimuladamente en cuanto podía. Un día, estaba estudiando con sus amigos en la biblioteca y dio la casualidad de que Sam estaba sentada en la mesa de al lado. Escuchó como se quejaba de que no le salieran los ejercicios de matemáticas y se acercó a ella. Le preguntó si quería ayuda y se lo explicó brevemente, lo cual seguramente dejó bastante sorprendidas a todas las chicas que había en aquella mesa, con lo borde y callado que normalmente se mostraba. Pero él no lo hizo adrede para ligar, sólo quería ayudar, y más con el enorme ridículo que había hecho cuando se tropezó con ella. Y lo de ser borde... eso era apenas una máscara, después de lo que le ocurrió en primero, había aprendido a auto-protegerse. A partir de entonces, Samanta había intentado hablar con él todo lo que podía, lo cual al chico a veces le parecía un poco molesto, empezando por su timidez. Él había notado que le gustaba, pero no quería salir con nadie, y menos después del daño que le hizo la chica de primero... Pero también pensó que a lo mejor salir con ella le ayudaba a sentirse mejor, por sentirse apreciado por alguien que no formara parte de su grupo.

Y así siguió todo hasta que un día se quedaron a solas y se produjo su primer beso. A las dos semanas, decidieron que la suya sería una relación formal.

Cuando se acostó con ella fue sobretodo por enfado contra sus padres. Fue un acto tonto de rebeldía, hacer lo que él más odiaba que hubiesen hecho ellos. Y se lo restregó en la cara a ambos. Sus padres no se vieron con fuerzas de regañarle, ¿cómo regañarle por aquello que ellos mismos habían cometido? Y aún más, ¿por aquello por lo que el niño había nacido? Pero sí le advirtieron que esperaban que la chica se encontrase bien y que no jugara con ella, y menos por incordiarles a ellos, dado que no era su culpa.

Dani empezó a sentirse muy muy mal. No quería salir con ella, no por ella, si no por él. Siempre había sabido que aún no estaba preparado para mantener una relación, y menos una seria, y ahora todo se le desmoronaba encima. Pero tampoco era capaz de decírselo o de dejarla. Terminó por pasar olímpicamente de ella ante su propia inseguridad, de lo cual aún se sentía muy arrepentido.

Ainoa y Sam siempre se habían llevado bastante mal. Ya se llevaban mal desde antes de que ellos dos salieran; pero Aino había conseguido aguantarla por su amigo. Hasta... que lo dejaron, claro. Dani no sabía de qué se conocían o de dónde procedía aquel odio; pero ambas parecían guerreras en plena batalla cada vez que se veían. Y... después llegó cuando Sam les echó la culpa a sus amigos de su ruptura y empezó a hablar mal de ellos. Ainoa y Dani fueron a los que peor les sentó. Conociéndolos lo suficiente o pensando un poco, cualquiera hubiera sabido que no era por lo mal que le caía a la una o el sentimiento de culpa del otro. No. Era por la autoestima de ambos, que estaba hecha añicos. Pero llevaban máscaras que sabían ocultarlo muy muy bien; tanto que a veces ni ellos mismos se daban cuenta de su malestar interno.



-Ey, Dani, ¿me estás escuchando?

-¿Eh? ¿Qué? Perdona. -contestó éste volviendo a la realidad.

-Te decía que si nos vamos yendo ya, que no es una situación muy cómoda estar en los cuartos de baño del instituto con tu ex.

-Ah, claro, claro. Sólo una cosa. Samanta, por favor, esta vez, guárdate lo que te he contado para ti. No por mí, sino por ella. No metas también a Violeta en todo este asunto.



***



-¿Qué te pasa, Eliot? -le preguntó después de intentar consolarlo- Sabes que puedes confiar en mí, sea lo que sea me lo puedes contar.

El chico intentaba con todas sus fuerzas parar de llorar, lo cual sólo conseguía que se pusiera peor. Como suele pasar cuando te abrazan y estás mal, el abrazo de Ainoa había despertado sin quererlo su llanto.

Lo alejó hacia un sitio un poco más apartado y se sentaron, mientras el muchacho se secaba las lágrimas.

-Venga, cuenta, ¿qué te pasa? ¿Puedo ayudarte en algo?

El chico negó con la cabeza mientras hablaba.

-No... No es nada. Es... Sólo es que...

-No, no es “nada” cuando estas llorando, El. Dímelo, quizás podamos ayudarte.

-Es que... Últimamente me siento como que estoy de sobra en el grupo, ¿sabes? Como que estoy de más.

Ainoa se quedó petrificada durante unos segundos. ¿Cómo había podido pensar justo el cabecilla del grupo eso?

-Pero... No te entiendo, Eliot. Si nosotros siempre estamos juntos para todo... Y tú siembre has estado ahí... ¿eh? Con nosotros. ¿Por qué ahora dices eso?

-Sí, siempre ha sido así; pero es que ahora yo noto las cosas como si... como si fueran un poco diferentes. En fin, todos sabemos que Estrella, Justin y tú habéis tenido siempre un trío bastante especial para contaros las cosas, es cierto. Pero normalmente también estábamos siempre juntos Dani y yo, al igual que vosotras y sobretodo Jus también nos contábais de vez en cuando vuestras cosas. Pero últimamente es como si... como si Dani estuviera siempre buscando estar al lado de Violeta ¿sabes? Y vale, eso lo entiendo, aunque nunca haya estado enamorado de nadie. Pero luego es como si vosotros tres también estuvierais más pegados y fuerais cada uno por vuestra parte, y yo siento que... como que sobro allí... que estoy en medio.

-Oh, Eliot, no digas eso... Si sabes que nosotros siempre vamos a estar ahí y que te queremos mucho...

-Euh... ya, ya lo sé. Pero es lo que siento. -le respondió un silencio pensativo por parte de su amiga- Normalmente todo esto seguramente se lo contaría a Agus, ¿sabes? Ya sabes, porque no está metido en el lío... Pero no quería contároslo a vosotros con tal de que no os sintierais mal; porque no es vuestra culpa. Son sólo paranoias mías. … Supongo... Supongo que yo también lo hecho de menos.

-Todos lo hacemos. Siempre ha formado parte del grupo aunque fuera en menor parte. Pero, en serio, Eliot, no te sientas así ¿vale? Que igual que no quieres hacernos daño tampoco puedes protegernos siempre, y tú también necesitas ayuda de vez en cuando ¿eh? Que no eres superman...

Consiguió hacerle sonreír.

-Ojalá... -bromeó él.

-Venga, y ahora vámonos con el grupo y ya verás como todo está bien.

Él asintió. Después de estar hablando sobre el tema con todos, Eliot se acercó un poco a parte a Ainoa.

-Oye, ¿a qué te referías con todo eso que me has dicho antes de que te lo contara? -le preguntó en un susurro.

-¿El qué?

-En fin... Ya sabes... Lo del amor y todo eso.

-Ah... Ya te lo he dicho, te quiero como a un hermano y estaba muy preocupada por ti. Esto... es que no sabía como empezar a hablar.

-Am.

***





Violeta llegó a donde estaba su clase y vio a Samanta de lejos, que hablaba con unas amigas. Cogió aire. Se acercó a ella.

-Em... Sam... ¿Puedo hablar un momento contigo?

Ella le dirigió una mirada dolida e hizo como si se lo pensara. Ardía en deseos de que la chica se disculpara ante ella, ya que a Violeta se le notaba en la cara que estaba arrepentida.

-Sí... Supongo.

-Gracias... Esto... Es que, quería decirte, que lo siento mucho por lo del otro día. No debí decírselo; pero no sabía qué hacer al no saber quiénes eran ellos de verdad... Y ahora ya no sé nada, tengo un cacao mental y no sé quiénes sois ninguno de vosotros; al fin y al cabo apenas os conozco... Pero sólo quería pedirte perdón, estuvo mal lo que hice... no espero que me perdones; pero, en fin, tenía que intentarlo.

Sam abrió la boca para responder cuando alguien tiró del brazo d Violeta hacia atrás- la chica se giró instintivamente. Era Ainoa.

-¡¿Pero qué haces?! ¿Por qué le pides perdón a la serpiente ésta? Hiciste lo que debías, decirnos lo que contaba a nuestras espaldas...

-¡¿Por qué coño no te metes dónde te llaman, Ainoa?! -soltó Samanta.

-¡Mira quién fue hablar, la santa que nunca se mete en todos los fregados, oiga!

-Joder, ya empezamos.

Las tres se volvieron al que había hablado detrás de ellas, Justin. Violeta agradeció que viniera alguien a darle algo de cordura a todo este asunto.

Justin tenía el móvil pegado a la oreja, algo prohibido en su instituto. Su interlocutor le preguntó qué pasaba.

-Ainoa, que ya está otra vez peleando con Sam. -respondió él. Se giró hacia la primera chica- Vamos a ver, Ainoa, si Violeta quiere pedir disculpas a Sam, por muy equivocada que tú creas que esté, ¡déjala! No es de tu incumbencia lo que hagan con su vida; así que deja ya de intentar buscarnos problemas ¿vale?

-Pero... Jus...

-Ni Jus ni nada, que les dejes, ostia. Ya setoy harto de todos estos problemas, joder, que agustico estaríamos viviendo en cavernas cada uno por su lado.

-Venga, Jus, no digas eso.

Él bufó.

-¿Qué pasa? -pudieron escuchar al otro lado de su teléfono.

-Nada, que empiezo a hartarme de tanta mierda.

-Uf... ¿Dónde estás?

-En el instituto.

-No deberías hablar conmigo, te van a quitar el móvil.

-Me da igual. Me da igual todo.

-¿Yo te doy igual?

-No me seas imbécil.

-Venga, Jus, que no pasa nada, ¿eh? ¿Quieres que vaya pa'lla esta tarde?

-No, no quiero que vengas, Gus. Sólo quiero no tener que ver a nadie.

-Venga, no digas eso...

Mientras habían estado hablando, Justin se había encaminado con pasos enfadados hacia el pasillo. Ainoa lo había seguido con la mirada, entristecida por sus palabras. En ese momento la profesora de latín de Justin se cruzó con él y le dijo que colgara, lo cual hizo.

-¡Justin, espera! -le pidió Ainoa.

Al mismo tiempo, Peter le había vuelto la cara mientras pasaba por su lado para llegar a su clase. Justin se fue corriendo.

En ese momento, Eliot, que había visto a las chicas y había andado hacia ellas alegre, se percató de la situación y corrió detrás del muchacho.

-¡Justin, espera!

-¡No quiero, déjame en paz!

-¡Ainoa, ya voy yo! -le gritó a la chica girándose a ella. Aino asintió.

La persecución llegó hasta el cuarto de baño de los chicos, donde Justin se encerró en uno de los pocos vaters con puerta y la atrancó, sentándose en la tapa de la taza. Eliot entró detrás de él, quedándose al otro lado de la puerta.

-Justin, quiero hablar contigo.

-Pues yo no.

-¿Qué te pasa?

-Nada.

-Dímelo.

-No quiero, joder. déjame en paz, Eliot.

-Um... Como quieras.

Eliot miró a su al rededor. No había nadie. Cerró la puerta que daba a la zona central del baño, se encaramó a la pared y pasó por encima de la puerta de Justin, quedando entre el muchacho y la puerta, que mantuvo sujeta.

-Ya que no quieres decírmelo por las buenas, será por las malas. De aquí no sales hasta que no me lo digas.

Justin se mordió el labio y agachó la cabeza.

-Ey, venga. -le dijo El dándole un empujoncito en la cabeza- A mí me incomoda tanto o más que a ti estar aquí encerrado contigo.

Justin dejó escapar una pequeña sonrisa y lo miró a la cara.

-Ey, que porque sea gay no te voy a comer ¿eh?

-Bueno, pero creo que ambos sabemos lo que yo pensaría si estaría aquí encerrado con una chica buena ahora mismo... ¿Y por qué no ibas a pensar tú igual?

Justin aguantó una risa.

-Qué guarro eres...

Él sonrió, había conseguido que se riera.

-Y ahora venga, dímelo.

Él respiró con fuerza, lo miró a los ojos, tragó saliva y pensó por dónde empezar. Había tantas cosas que contar...

-¿Y qué quieres que te cuente?

Eliot frunció el ceño.

-Pues lo que te pase, supongo.

-¿Qué parte de lo que me pase?

-Venga, Jus...

Justin volvió a mirar al suelo y se sorbió los mocos mientras se le humedecían los ojos, sería una charla larga.

-Pues... no sabría cómo decírtelo, un poco de todo.

-¿Un poco de qué?

-Empecemos por los problemas. Últimamente todo el mundo tiene problemas. Y ya sabes que yo no puedo con eso.

-Pero los problemas son suyos...

-Ya, pero yo me preocupo y me meto en su pellejo tanto que terminan siendo míos.

-Eres una magnífica persona, Jus; pero deberías dejar de serlo un poco. No puedes amargarte la vida por los problemas de los demás, ¿me entiendes? No puedes dejar que nadie te amargue la vida. Ni siquiera Ags, ni siquiera yo. Porque es tu vida, y sólo tienes una.

-Te he dicho un millón de veces que no le llames Ags...

-Ya, bueno, ¿y qué? ¿Eso es lo que más te importa de esta conversación?

-No; pero...

-¿Pero qué?

-Nada...

-¿Cuáles son los problemas que te preocupan ahora, Jus?

Justin se quedó un momento en blanco, no quería contarle lo de Peter, se enfadaría con él. Se enfadaría mucho con él si descubría si parte de la culpa de que estuviera así era por ese “perro”, como lo llamaba él.

-Pues... Empecemos por Sam y Ainoa. Me pone de los nervios que estén siempre así, peleándose, y por tonterías. Sam también me ha dicho muchas cosas a mí, y nunca me he peleado con ella.

-Eso es cosa suya, como tú mismo le dijiste a Ainoa. Ellas se pelean y seguirán peleándose por los siglos de los siglos amén; no me preguntes por qué. Y de todas formas, tienes que admitir que si tú aún no te has peleado con Sam es porque no has tenido cojones.

-Es posible...

-¿Te dolió que le dijera a Violeta que eres homo sin ella ni siquiera saberlo?

-Mucho.

Eliot hizo una mueca.

-Tienes que empezar a aceptarte a ti mismo.

-¿Cómo? ¿Si todos lo usan para meterse conmigo?

-Mira a Agus, él está perfectamente y lo sabe todo el santo instituto.

-Con Agus no se metieron nunca, o no mucho. Por si no te has dado cuenta, Agus causa miedo y respeto cuando se lo propone, no como yo.

-Bueno; pero...

-Pero nada, Eliot. Que no me gusta que vayan habalando así sobre mí por ahí.

-Y no me extraña... En fin, tú no hagas caso a Sam, ¿vale? Y si lo prefieres así, pasa del tema con Violeta si ella no lo saca.

-De acuerdo...

-¿Qué más?

-Pues bueno... Tú tampoco estás del todo bien.

-Ya, bueno... -agachó unos segundos la cabeza- Es que, ¿sabes? Este año el grupo está muyy cambiado.

-Ya, lo sé. Yo también lo estoy notando; pero ya volverá,

Él asintió.

-Lo sé. Ojalá que llegue pronto. ¿Qué más?

Justin cogió aire y se decició a contárselo.

-Ya se que no te cae bien; pero es sobre Peter. El chico no está muy bien últimamente... De hecho, su primo está en el hospital por su culpa... Intenté acercarme a él para ayudarle, y en principio funcionó, hasta me dijo que le llamara Pedro y me confesó lo mal que se sentía.

-Pero...

-Pero después, de un golpe, todo cambió. Ahora me mira mal o me aparta la mirada por los pasillos, ¡y ni siquiera me habla! No sé lo que le ha pasado, me dijo que quería cambiar...

Eliot miró al suelo apretando la mandíbula. Justin se esperó una buena reprimenda, hasta el último de sus amigos detestaba a Peter por lo que le había hecho, e incluso por su forma de ser de ir mirando por encima del hombro a la gente... Eliot lo miró a los ojos, casi veía la llama de ira que el muchacho estaba intentando apagar.

-A ver, Justin. -dijo como a baladas- Sí, es verdad que no soporto a ese tipejo, y mis buenas razones tengo; pero no voy a matarte por ello. Aún así... no te entiendo. Después de que él no ha hecho ni una cosa buena por ti, ni por nadie, no sé por qué te preocupas tanto. Olvídate de él ¿vale? Olvídate de él. Hay mucha gente que puede hacerse cargo de ello, no tienes por qué ser siempre tú. De hecho, en esta situación tú eres el menos indicado: ni siquiera lo conoces. -suspiró- Por favor, Jusin, sé que no puedo pedirte que cambias; pero intenta reprimirte un poco, ¿quieres? No puedes mejorar la vida de todo el mundo, simplemente, no puedes. Y menos si ellos no te dan permiso a hacerlo.

Hubo un minuto de silencio tenso, Justin pensaba si responderle o si no.

-Pero... Pero sí que ha ayudado alguna vez a alguien. -Eliot lo miró casi con cara asesina- Nos ayudo en el parque... Cuando los chicos d su instituto se habían metido con Violeta.

Eliot parpadeó.

-Ahí... Ahí... Tienes razón... La verdad es que no entiendo por qué lo hizo, sigo dándole vueltas a ello; pero no lo entiendo. En fin...

Tras otro rato de silencio, Eliot recordó que no estaba allí para regañar al chico; si no para todo lo contrario.

-Bueno; pero, ey, Jus, ¿por todo lo demás estás perfectamente, no? Además de que esos ni siquiera son problemas tuyos.

-Bueno...

Eliot se temió lo peor.

-¿Bueno?

-Hay algo más.

-¿Y el qué, si puede saberse?

Justin cogió aire.

-Sé que parezco un pesado, pero hecho de menos a Agus, mucho de menos. Y aunque hable todos los días con él no es lo mismo; es como si se hubiera forjado una nueva vida allí sin mí; mientras que la mía sigue rotando en esperar que vuelva y en esos cinco minutos que paso dialogando con él cada día, a cada vez que puedo. Y... también sigo sintiendo que estoy marginado. Ya sé que eso me ha pasado siempre y nunca me ha importado; pero ya empiezo a hartarme, ¿sabes? A veces me gustaría ser como tú o como Dani, o como Gus. Pero parece que estoy destinado a ser siempre el chico de la clase que sólo está ahí si es el último al que queda por pedirle los apuntes, aunque haya que pasar primero por todos los chungos de la clase. O el que sólo está ahí porque va con un amigo.

Eliot se quedó sin saber qué decir. Tenía razón, en el fondo, tenía razón. Fuera del grupo él... no era nada para nadie. En la clase nunca había sido uno más, y en los partidos de baloncesto iba sólo por ir con ellos o con Agus, incluso Ainoa y Estrella estaban más incluidas en ellos, hasta cuando no jugaban. También era verdad que el propio Justin se había acostumbrado a estar así y hasta ayudaba a su situación porque era así como estaba más cómodo, como había estado siempre; pero no le extrañaba que quisiera experimentar como era ser como uno más.

-No digas eso, Justin. -declaró al fin- Si no te buscan ellos mismos se lo pierden; así hay más Justin para nosotros, que vales mucho aunque ellos aún no lo vean. Y... piénsalo... la verdad es que aquí la mayoría no valen mucho porque son sólo borregos que dejan de ser ellos mismos entre estas cuatro paredes para ser alguien, pero tú no; así que tampoco te pierdes mucho. Si te digo la verdad, creo que Agus eligió bien cuando te escogió a ti. No podría haberlo hecho mejor.

Justin sonrió y se sonrojó un poco, sin ser capaz de levantar la cabeza.

-Gracias...

-No hay de qué, -respondió El con una sonrisa- sólo digo la verdad. Y ahora levanta ese ánimo y no estés tan de capa caída, ¿eh? -le apremió dándole una palmadita en el hombro- Que seguro que a Ags no le gustaría verte así.

Salieron y se encontraron a otro chico que estaba haciendo sus necesidades en uno de los orinales de pie. Él volvió la cabeza para ver quién era, Eliot se quedo un poco pillado.

-Hola, Eliot. ¿Qué hacíais ahí?

-Anda, hola, Gabriel. Nada, sólo le hacía una encerrona para saber por qué demonios estaba tan raro últimamente.

-Ah. Guay, supongo. -respondió él con una mueca mientras volvía a lo suyo.

Justin bufó, conocía al muchacho desde primero; pero para él era como si sólo Eliot estuviera ahí.

-A mí no hace falta que me saludes, ¿eh? -le reprochó borde.

-Perdona, Justin. Hola. -respondió él sorprendido.

Justin se fue y Eliot lo siguió después de despedirse.



***



Justin estaba sumido en un dibujo en la mesa del salón. Se había despedido de Agus hacía no sabía cuanto rato, las horas dibujando se le pasaban volando. Le hacían sentir mejor; realmente, se le daba bien. Alguien llamó al timbre de la casa, Jus dejó que fuera a abrir otro, sin perder concentración ni un segundo.

Poco después, su hermano lo llamó unos pasos detrás de él, el muchacho ni lo escuchó. Notó una mano en su hombro, que lo sacó de su mundo de repente. Se giró a su propietario.

-¿Qué pasa, Antón?

-Mira, ha venido a verte. -le respondió él señalando hacia atrás. Justin se giró.

Estrella le sonrió mientras saludaba con la mano con esa sonrisa risueña tan característica suya que a Justin le subía el ánimo, como a muchos otros.

-Estaba sola en casa y he pensado en venir a verte, espero que no te importe.

-¡Claro que no! Estás en tu casa.

Ella sonrió y se acercó a él.

-¿Qué haces?

-Nada, sólo dibujaba un poco.

-Um... Pues está muy bien.

-Gracias.

Se sentaron en el sofá y estuvieron hablando un rato los tres, a Antonio le encantaba pasar tiempo con los amigos de su hermano, y a Justin no le importaba, le gustaba mucho estar con él.

-Estrella. -llamó su atención Antonio.

-¿Sí?

-¿Tú tienes novio? ¿Te gusta alguien?

Ella se sonrojó un poco mientras una imagen llegaba a su recuerdo; aunque por suerte el chico no lo notó.

-No... Nadie, ¿por qué?

-No, nada, por saberlo.

-¿Y a ti, Jus? Pasas mucho tiempo hablando con el teléfono...

Él le sonrió.

-Es que tengo muchos amigos.

-Am...

En ese momento llegó su madre.

-Anda, Antonio, déjalos un rato a solas, que no creo que Estrella haya venido a hacer de niñera.

El pequeño se fue con su madre, ellos escucharon que hablaban y agudizaron el oído.

-Mamá, ¿tú crees que Estrella y Justin están saliendo?

-No creo... Y si no seguramente ya nos lo hubieran dicho, ¿no crees? Anda, deja tranquilo a tu hermano. De todas formas, ¿por qué dices eso?

-No sé... Pero la verdad es que no me importaría que se convirtiera en mi cuñada, me cae muy bien Estrella.

Justin y ella intercambiaron una mirada. Su hermano estaba en edad de inventar de todo. Estrella reafirmó sus sospechas: no, aún no se lo había dicho.



***



Jorge vio a Samuel por el rabillo del ojo. Mierda... pensó. ¿Qué haría él allí? Intentó ocultarse sin que Andrés lo notara; pero Samuel lo descubrió y se acercó a él.

-Vaya, ¿qué, maricón, poniendo los cuernos a tu novio? Creo que se lo diré mañana... Y no sé por qué me parece que no le gustará nada...

Andrés levantó los puños cuando vio que detrás de Samuel aparecía el resto de la jauría. Los bajó de inmediato. Habría que buscar aluna otra forma de acabar con la disputa.



***



Violeta había vuelto a su ciudad para ver a Jorge, había sido un largo viaje, aprovecharía todo el fin de semana.

Vio a Rubén al pasar por una bocacalle. Sonrió y pensó en saludarle, por mucho que se hubiesen dado un tiempo, no pasaría nada por verle un rato. Se acercó un poco a él, que aún no había percatado en ella. Estaba con una mujer, en la puerta de un bar. Rubén la abrazó y Violeta pudo ver una enorme sonrisa en su cara y un cariño gigante desprendiéndose de sus ojos. 

-Te quiero, -escuchó que le decía al oído- y te he echado muchísimo de menos. 

El corazón de Violeta paró de latir. Se dio la vuelta y corrió a alejarse de allí antes de que la viera. En cuanto estuvo fuera de su vista, se dejó caer sobre una pared. Las lágrimas recorrían sus mejillas mientras se mordía el labio inferior. Ahora entendía perfectamente por qué le había pedido un tiempo. 

Decidió que no quería ver a nadie, y menos aún pasar todo el fin de semana con Jorge; así que pensó en que escusa poner. 

Mandó un Whatsapp a su madre "Mamá, al final no me puedo quedar en casa de Jorge -miró la hira para asegurarse de cuanto tiempo había pasado-, estamos viendo una película pero después tiene que irse con sus padres de visita" "Vale, pero vuelve en cuanto terminéis la película" 

Abrió el chat de Jorge y le mandó también un mensaje "Lo siento muchisísimo, Jorge; pero al final no puedo ir. Nos vemos otro día, ¿vale? 

Se dirigió de vuelta a la estación y esperó al tren. Éste tardó en llegar media hora, que la chica pasó mirando sus zapatos. En el tren se puso los cascos a todo volumen intentando pensar en otra cosa, con tal de no llorar, y después retrasó lo máximo que pudo su regreso a casa.  

-Qué rápido has llegado. -dijo su madre a modo de saludo desde la cocina cuando abrió la puerta. 

-El tren ha llegado rápido. -respondió ella- Me voy a la cama, buenas noches a todos. 

-Pero cómo, ¿no vas a cenar? 

-Es que Jorge y yo nos hemos hinchado de palomitas... Y no tengo hambre... 

-Bueno, vale, hasta mañana. 



Subió corriendo a su cuarto, cerró la puerta, se quitó los zapatos y se tiró a la cama sin cambiarse. Empezó a llorar desolada. Todo su mundo se le caía encima mientras una sola persona se pasaba por su mente: Rubén. Rubén sonriendo, Rubén besándole, Rubén con la mujer... 

No durmió mucho esa noche, y cuando lo hizo, hasta en sus sueños lloraba. 



***



Rubén volvió a su casa de pasar una fantástica velada con aquella mujer con la que había pasado tantas noches, cuando su madre los arropaba después de contarles un cuento y darles las buenas noches. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que la vio... y la había echado tanto de menos... Fue una lástima que sus tíos y ella tuvieran que mudarse de país cuando empezó la universidad.



***



Violeta llevaba ya un rato despierta con la mirada perdida.

Había tomado una decisión: lo suyo ya había acabado para siempre. A partir de ahora era una simple chica de dieciséis años soltera, y Rubén ni siquiera se pasaría por si vida. Era el momento de dejar a otro su lugar y dejar que él se pudriera en los confines del infierno.





¡Hola de nuevo! Sólo recordaros que hay nuevos personajes y descripciones en Vidas unidas ♪♥



 

domingo, 17 de noviembre de 2013

Saber




Crees saber, pero no sabes nada


Se gira hacia un lado, nadie la mira. Se siente sola y libre al mismo tiempo. Parece que el resto de los alumnos ha olvidado completamente que es la nueva.
Sigue andando hacia la puerta.

-Violeta – la llama una voz seria detrás de ella.

La chica se gira, es la mejor amiga de Samanta. No sabe qué hacer ni qué piensa hacer ella, pero se mantiene serena.
La chica se acerca y se coloca frente a ella.

-¿Por qué lo has hecho? - le pregunta secamente.

-No pretendía buscarle problemas a Samanta, de verdad, es solo que no pude aguantarlo... necesitaba saber si era verdad o no. Lo siento muchísimo.

-Samanta está hablando ahora con Daniel – comenta sin hacer demasiado caso a sus disculpas.

-¿De qué van a hablar?

-¿Tú qué crees? - le pregunta retóricamente y con un tono algo borde.

Violeta se mira los zapatos. Sus zapatillas de deporte necesitan un buen lavado, han pasado de ser blancas a grises.
La chica frente a ella la obliga a volver a levantar la mirada al hablar de nuevo.

-Deberías disculparte con Samanta.

-Lo haré.

-Es posible que te perdone, pero debes saber que no volverá a confiar en ti.

Violeta siente un nudo en la garganta.

-Lo entiendo y lo veo justo – dice aún así.

-Bien. - la chica permanece seria unos segundos, antes de acercarse y darle dos besos en las mejillas – Nos vemos el lunes.

-Hasta entonces.

***

-Creo que vamos a necesitar un sitio más privado – dice Daniel mirando la puerta del baño de las chicas.

Samanta sigue la mirada del chico y entiende a qué se refiere.

-Si no hay nadie lo veo bien. Las limpiadoras no pasan hasta que termina el comedor.

-Perfecto.

Samanta va hacia allí y él la sigue. Cuando comprueba que no hay nadie, lo hace pasar y cierra la puerta.

-Vaya, es verdad que vuestro baño huele mucho mejor que el nuestro.

-Siempre he pensado que huele a una mezcla horrorosa de colonias.

-Aún así es mejor que el olor a sudor.

La chica ríe unos segundos, antes de volver a tornarse seria.

-Bueno, ¿qué es lo que querías decirme tan en privado?

-Quería preguntarte qué te ha hecho pensar que soy un putón.

-En primer lugar, que cortases sin decírmelo siquiera fue bastante duro – dice ella intentando que suene algo irónico, aunque le tiembla la voz - ¿Sabes lo que es enterarse por terceras personas?

Daniel mira hacia el suelo, sin poder mirarla a la cara.

-Hasta ese momento, nuestra relación había ido perfectamente, estábamos cómodos el uno con el otro, incluso nos acostamos, Daniel. Pero me demostraste que no te importaba lo suficiente como para decirme a la cara que ya no te gustaba – a pesar de estar enfadada, lo dice muy tranquila.

El chico traga saliva antes de hablar.

-Siento muchísimo eso que hice, Sam, estuvo muy mal, no sé cómo podría compensártelo...

-No hay nada que puedas hacer ya. ¿Pero sabes qué podrías haber hecho? - Daniel la mira a los ojos – Volver a acercarte y apoyarme cuando lo pasé tan mal el año pasado. Me quedé sin amigos, y tú ni siquiera me mirabas cuando pasaba por tu lado en los pasillos. Incluso creo recordar que una vez estaba llorando.

Claro que recordaba ese momento. Se le había partido el corazón. Verla así, sabiendo porqué y sin poder ayudarla lo había destrozado. Había pasado una semana depresivo por ello.

-Yo no quise pasar de ti...

-Pues lo hiciste, y además tampoco te comportas demasiado discreto cuando estás con Violeta, la miras como si fuese un caramelo, eso no está bien...

Daniel carraspea con fuerza.

-Estoy de acuerdo en que no fui bueno contigo, sobretodo porque habíamos decidido salir formalmente, me siento fatal por ello, Sam – dice el chico, ya algo enfadado – Pero no tienes ni idea de qué es lo que siento por Violeta, así que no tienes derecho a decirme cómo debería mirarla.

-¿La quieres?

No recibe respuesta.

-¿Estás enamorado de ella?

-No lo sé. Solo sé que me gusta muchísimo, me gusta desde que la vi por primera vez, incluso sin conocerla antes.

-O sea que te atrae.

-No es eso, Sam... no me malinterpretes. Me encanta Violeta, no sé si esto enamorado de ella, ni de si la quiero realmente como mi novia, pero no me importaría intentarlo.

La chica se apoya en la pared frente a la cual está Daniel, y sacudiendo la cabeza, le repite lo mismo:

-Te atrae nada más. No sabes cómo es.

-Es una chica adorable.

Samanta hace una mueca.

-¿De qué color son sus ojos?

-Verdes.

-Son más azules que verdes, pero te la dejo pasar – mira el espejo, pensando en una pregunta a la que él no tenga respuesta - ¿Por qué vino a este instituto?


***

-Eh... Hola... Javi...

-¡Hola Jorge! ¿Te apetece quedar esta tarde?

El chico chasquea la lengua, puede ver a Andrés desde donde está. Se está acercando a él. No puede saber que ha hablado con Javi.

-Vaya lo siento, Javi. Mañana tengo examen y tengo que estudiar...

-Bueno... está bien. ¿Y no puedes ir otro día?

-Pues mira, tengo una idea, piensas cuando, para qué y donde y me llamas para confirmarlo.

-Está bien. Hasta luego entonces – se despide el chico.

-¡Hasta ahora!

Andrés está ahora frente a él.

-Hola – le dice mostrando una sincera y preciosa sonrisa.

-Hola – contesta él no tan feliz.

-Gracias por venir. Ven, te enseñaré el jardín.

***

-Eliot, tengo que hablar contigo, ¿puedes venir un momento? - le pregunta Ainoa cogiénolo del brazo y separándolo del grupo.

Todos los miran unos segundos alejarse antes de seguir hablando entre ellos. .

-¿Qué pasa?

-Tengo que contarte una cosa. - dice la chica muy seria – Me he dado cuenta de que me tengo que dar prisa … porque sino puedo perderte.
-Dime. Te escucho – dice interesado y nervioso el chico.

Ainoa se pone a andar muy recta y de un lado a otro.

-Yo... siento que hay algo que.... nos une. Algo que siento muy fuerte, a veces, en duele tanto que tengo que dormir durante varias horas.

-¿Y qué es lo que sientes?


-Amor...

Eliot lo mira extrañada, y después decide que no es momento, así que se aleja del tema.


-Amor como una amistad, no pienses mal. Creo que estás un poco raro, y estoy preocupada.


-Oh.


-¿Te pasa algo?


Entonces, Eliot la mira fijamente, sus ojos están vidriosos.
Ainoa se acerca corriendo y lo abraza, sintiendo su perfume característico.

Lo quiere, demasiado. 

viernes, 15 de noviembre de 2013

Mentiras



Es difícil pararse a pensar que a lo mejor te estás fiando de la persona equivocada y la realidad del mundo que tú creías es todo mentira.


Justin pensaba tumbado en su cama mientras miraba al techo. Acababa de estar hablando por Whatssap con Agustín. Aquel chico no se dormía tranquilo si no hablaba con él antes de acostarse. Le encantaba. Era tan adorable.
La imagen de Peter (antes de su tinte de pelo, que suponía para Justin una nueva máscara para esconder su verdadero “yo”) revoloteó una última vez por su mente. Pensaba si la terapia de choque que había usado con él el día anterior habría servido para algo. Bah, da igual se dijo si ha servido que sea él el que venga a buscarme a mí o a cualquier otra ayuda. Y si no, ya puede irse a la porra. Que haga con su vida lo que quiera, yo ya lo he intentado. Y sigo sin creerme lo que dijo. Peter no puede ser tan cruel. No puede... hay algo escondido en su interior. Lo sé, lo presiento. Pero si él no quiere sacarlo al exterior, allá él. Yo tengo cosas mejores en las que preocuparme. Mi... Agus, por ejemplo. Apagó la luz y cerró los ojos, pensando en su eterno ángel de la guardia, ése que en aquellos momentos dormía pensando en él.

***

Cuando Violeta llegó a clase se sentó en su sitio y miró al rededor. No vio a su compañero de pupitre por ningún lado. Llegó el profesor y Emilio todavía no había llegado. Sería un día poco entretenido, ya se había acostumbrado a su compañía y a que le amenizara un poco las clases. A tercera hora, el profesor les ordenó que se pusieran por parejas para hacer un trabajo de clase. ¡Genial! Justo el día que estoy sola...
-Pst. -se giró hacia delante. Samanta la llamaba- ¿Quieres ponerte con nosotras? Podemos pedíselo al profe, ya que estás sola.
Violeta asintió agradecida y pronto pudo sentarse con Sam y su compañera, que era también la mejor amiga de ésta. Cuando ya estaban terminando el trabajo, empezaron a hablar, pasando de un tema a otro. Entonces Violeta se acordó de que habían dejado una conversación a medias el día anterior.
-Oye, Sam.
-Dime.
-El otro día, me dijiste que te preocupaba el que yo pudiera gustarle a Dani. ¿Por qué?
-Bueno... Violeta, creo que esto no te va a gustar... -intercambió una mirada con su compañera e hizo una mueca. Bajó la voz- Dani es un putón. Se ha liado ya con muchas chicas de este instituto, y luego siempre es él el que las dejas. Creo que las únicas amigas con las que ha hablado con las que no se haya liado después es con sus dos amiguitas esas... Aunque bueno, quién sabe, porque yo alguna vez le he visto toquetearse mucho con Estrella...
Violeta se quedó anonadada, con la boca abierta y los ojos como platos.
-¿Qué dices? -cambió la mirada a la segunda chica- ¿Estás segura?
Las dos asintieron.
-Sí, Violeta. Lo siento pero sí. -respondió Sam- Es normal que delante de ti finjan, sobretodo si saben que Dani está coladito por ti... -sonó la campana- En fin, Vio, cuídate. Y mejor que no te acerques mucho a él sola, ¿eh? Hasta luego.
Violeta tragó saliva. Siempre pasaba el recreo con ellos, aunque le hacía sentirse una acoplada, no tenía otra cosa que hacer hasta que no se hiciera más amiga de los de su clase. Pero... ¿qué hacía ahora? No podría comportarse con Dani allí como siempre... Y tampoco podía asegurarse de si era verdad, ¿Qué iba a decirle, “Dani, he escuchado por ahí que eres un putón, es verdad”? No, no podía... Era demasiado increíble como para creérselo; pero la verdad era que no conocía a esos chicos de nada, y tenía sentido que se comportaran tan bien con ella si ese era el propósito de su amigo...
***

Estrella y Ainoa caminaban hacia la clase de Violeta hablando sonrientes. Se pararon delante de la puerta, la gente ya estaba saliendo por ella. Vieron a una pelirroja, a la que no tenían mucho cariño que digamos, salir, bajando la mirada al verlas, e irse con otras chicas. Siguieron esperando a Violeta entre risas. Estaban contentas ese día, cada una tenía sus propios motivos para estarlo. Salió de la clase con el bocadillo entre las manos. Le temblaban las manos ligeramente, parecía nerviosa. Se acercaron a ella y Ainoa le pasó un brazo por detrás de la espalda con cariño.
-¿Qué, acabas de tener un examen?
-Sí, eso mismo. -mintió ella.
-Tranquila, seguro que lo aprobarás. -la reconfortó Estrella.
-Estrella tan optimista como siempre... -comentó Ainoa. Su amiga le lanzó una mirada y ella le sonrió- Los chicos están hoy en la puerta del gimnasio está lloviendo y hace más calor allí. -le explicó Ainoa- Vamos.
Violeta asintió y fue con ellas. Estuvo a punto de contárselo para que ellas le dijeran la verdad; pero en cuanto imaginó a Estrella liándose con Daniel se le formó un nudo en la garganta y se calló. No estuvo atenta a la conversación que las dos chicas mantenían en ningún momento. Estaba sumida en sus propios pensamientos. Llegaron a la antesala del gimnasio. Justin estaba apoyado en un pequeño saliente de la pared mientras comía su bocata. Eliot estaba sentado en una mesa gigante que había sobrado de la sala de tecnología y Dani se apoyaba en ella, quedando de pie a su lado. Violeta miró a Justin, cuya cara parecía delatar que recordaba algún buen momento ocurrido allí antaño.
-¿En qué piensas? -le preguntó.
-Han reformado esto desde que nosotros llegamos aquí. -respondió él- Bastante, la verdad.
-¿Y eso te tenía tan sumido en tus pensamientos?
Justin sonrió y se acabó el mordisco de su bocadillo. La miró a los ojos, sin poder reprimir una pequeña sonrisa.
-Fue aquí donde di mi primer beso. -reconoció.
Violeta pensó por primera vez que, según lo que le había contado Sam, ese beso habría sido con otro chico. La verdad era que le dolía tener que enterarse por terceras personas. ¿Tan poco confiaban los chicos en ella? Así que sólo asintió y siguió comiendo mientras escuchaba la conversación de los chicos. Como siempre, Justin era el que menos hablaba menos para dar alguna opinión importante o gastar una bromilla. Estrella fantaseaba, Ainoa le quitaba las fantasías de la cabeza a mazazos de realidad, y Dani y Eliot reían y hablaban con normalidad. Era un grupo bastante peculiar. De los pocos grupos, seguramente, que hubiera en un instituto fundados por chicos y chicas sin que ninguno de ellos estuvieran saliendo. A no ser, que Sam volviera a tener razón. Bufó en silencio, no podría aguantarlo más. Miró su reloj. ¡Sólo habían pasado unos míseros cinco minutos! Tendría que aguantar sin saber si era verdad o no... Porque tampoco pensaba que, de ser verdad, ellos se lo dijeran.
-Oye, chicos, tengo que contaros algo. -había hablado sin pensar, por un impulso. Deseó que no le hubieran escuchado; pero qué va: todos se habían callado y fijaban su atención en ella sorprendidos.
-¿Qué pasa, Violeta? -le preguntó Dani con algo de dulzura, preocupándose por ella. Sus bonitos ojos se hundieron en los de ella.
Joder macho, no me hagas esto aún más difícil...Pensó ella. Aún así, cogió aire y habló. Les contó todo, lo que le había contado durante los dos días. Que Justin era gay, Daniel un putón, los posibles rollos entre él y las chicas...
Ainoa, que se hallaba ahora al lado de Eliot sobre la mesa, tenía la cara cada vez más roja. Pero Violeta, que miraba al suelo mientras hablaba, no se dio cuenta.
-¡Será capulla la serpiente, perra malvada, pelirroja asquerosa, hija del demonio! -estalló saltando de la mesa, haciendo que Violeta levantara la mirada hacia ella, perpleja.
-Tranquilízate, Aino... -casi le ordenó Eliot, que ahora miraba al suelo tocándose el pelo.
-¡¿Cómo quieres que me tranquilice?! ¡¿Tú has escuchado lo que nos ha dicho la puta celosa esa?!
-Pues si es sólo una “puta celosa” no veo por qué te importa tanto lo que diga o piense... -respondió él.
Violeta observó al resto del grupo. Aún estaba muy pillada por la reacción de Ainoa, que siempre se mostraba muy tranquila. Daniel tenía la mirada perdida, su rostro no dejaba ver ninguna emoción. Estrella, cerca de éste, estaba nerviosa observando Ainoa, que seguía con la cara roja. Eliot miraba a Ainoa con seriedad, sentado aún sobre la mesa, intentando que se calmara. Justin, en la misma posición que cuando habían llegado, se mordía el labio inferior. Eliot bajó de la mesa y sujetó por ambos hombros a Ainoa, llevándola de nuevo a sentarse sobre la mesa.
-¿Tranquilízate, quieres? Todavía tenemos que explicárselo todo a Violeta.
Ella no respondió; pero se quedó quieta en el sitio. Violeta, sentada en las escaleras, pasaba la mirada de unos a otros sin saber qué hacer. Eliot volvió a sentarse y Violeta notó su mirada clavada en ella. EL semblante del chico estaba totalmente serio. ¿Eliot, serio? Joder. Mal vamos. Violeta miró a Justin buscando una mirada reconfortante, ya que él siempre estaba allí para todos; pero éste miraba a sus amigos con la cabeza baja sin parar de morderse el labio inferior. No obtendría su ayuda de necesitarla. Y todo este nerviosismo le hacía pensar que era verdad, excepto por las palabras de Ainoa...
-Escúchame, Violeta. -llamó su atención Eliot. Ella asintió mirándole- Supongo... Que tendremos que explicarte todo esto.
-Sam es la exnovia de Dani. -le cortó Ainoa.
-Sí, eso ya lo sabía... -respondió ella.
-Y es una puta celosa de mierda. -terminó la chica.
-¿Qué... ¿Qué quieres decir?
-Mira, Violeta. -continuó Eliot, intentando que su amiga, que estaba a punto de saltar de nuevo, se tranquilizase- empecemos por Dani. El chico sólo ha salido con Sam hasta el día de hoy. Y, que yo sepa, Estrella nunca se liaría con él. -dijo esto último alzando los ojos y mirando a la aludida.
-¡Blagh! ¡No, por Dios! ¡Qué asco! -exclamó ésta.
-¡Oye! -se quejó Daniel ofendido.
-¿Qué? Ay, perdón, que no es por ti... Es sólo que somos como hermanos, Dani, entiéndeme: no podría salir contigo...
-Ya, claro. -contestó él.
-Jo, tío... Si ya has tenido novia alguna vez, tampoco estás tan mal... -intentó enmendarse ella.
Eliot se sonrojó y miró al suelo. Daniel lo notó en seguida.
-Sí... ¡Al contrario que Eliot!
Los demás se rieron, menos Violeta, que sólo observaba intentando asimilar si decían la verdad.
-Oye, “hermanitas”, que vosotras tampoco habéis salido todavía con nadie ¿eh? No os metáis.
-¿Que tú no has salido todavía con nadie? -volvió a sorprenderse Violeta.
-No, ¿por qué?
-Joder... Pues no me lo imaginaba.
-Con Violeta ya estamos empatados los que hemos tenido por lo menos un novio a los que no. -les picó Dani, que parecía querer olvidar el conflicto anterior.
-Bueno, -reanudó el tema Eliot- em... ¿qué más te había contado?
-¡Que no, contre! -saltó de nuevo Ainoa- Si todo esto es mucho más fácil. Mira, Violeta: -clavó sus ojos en los de ella- todo lo que te haya contado, olvídalo. Porque es mentira. ¡Seguro! Y más si es sobrenosotros. Y ahora, yo me voy a contarle las cuarenta a esa sucia arpía. -dicho esto, saltó de la mesa y los bordeó para subir a paso rápido por las escaleras. Todos se quedaron con los ojos abiertos.
-¡No, Ainoa! -exclamó Eliot.
Salieron corriendo detrás de ella; pero les llevaba la ventaja de la sorpresa y de saber a dónde se dirigía. Por suerte, no era la única: Estrella pudo coger el atajo para alcanzarla. La sujetó del brazo cuando estaban a pocos pasos del grupo de Samanta.
-No, Ainoa. Estate quieta.
-¿Cómo voy a estarme quieta? Qué quieres, ¿que le dee seguir haciendo lo que quiera e inventándose sobre nosotros lo que le dé la gana? ¡No tenía ningún derecho a decirle eso sobre tú, Dani o Justin! Por muy verdad que fuera esto último -añadió bajando la voz. Le ardían los ojos y las palabras.
-Pero tampoco va a pasarnos nada...
-Oh, claro que no. Cuando eres tú pase lo que pase nunca pasa nada. -se soltó de su agarre y dio dos grandes zancadas a las muchachas.
-¡Oye, tú! ¡Pelirroja pelo-zanahoria! -tronó.
Las chicas se apartaron y Samanta le devolvió una mirada cargada de odio. Entonces aparecieron los demás corriendo por el pasillo y vio a Violeta entre ellos con el rabillo del ojo.
-Vaya, hola, Ainoa. ¿Puede saberse si he hecho algo que pudiera molestarte? Si es así, quiero pedirte perdón. -contestó con fingida dulzura.
-¡No me seas falsa que me das asco! ¡Sabes perfectamente lo que has hecho!
-Pues... No me acuerdo de que haya hecho nada que pueda tenerte a ti así, Ainoa, con lo simpática que eres...
-Te mataría ahora mismo si no fuera por estar en un edificio lleno de profesores ponedores de partes.
-Pues hazlo, lista. -respondió ella, calléndose su máscara de inocencia por los suelos.
Ainoa le dirigió una sonrisa un tanto maliciosa.
-No tenías ningún derecho a contarle todas aquellas cosas a Violeta. -la acusó- Y más sabiendo que eran mentira.
-¿Ah, sí? -dirigió la mirada a la anteriormente mencionada- Pues lo siento, Violeta, si lo hubiera sabido nunca te lo hubiera dicho. -volvió a mirar a su contrincante- Pero la verdad es que tengo fe ciega en ello.
Los chicos miraban sin saber qué hacer. El grupo de Samanta se había disipado, y ya sólo quedaba la mejor amiga de ésta.
-¡¿Qué...?! ¡Te partiría la cara! -se arrojó sobre ella y Estrella se abalanzó a sujetarla, justo a tiempo.
-¡Quítate de en medio, Estrella! -le ordenó su amiga.
-Te la vas a cargar... -le avisó ella.
-Anda, sí, vete a tu mundo de rosas y déjanos esto a las niñas mayores. -le dijo Sam, que miraba a Ainoa con odio. Estrella hizo una mueca, algo inusual en ella; pero no se apartó de Ainoa hasta que esta no se hubo tranquilizado.
-Ey, ey, ey ¿qué pasa aquí?
Todos volvieron la mirada al que había hablado. Cómo no, aquél que siempre andaba metiéndose en todos los fregados y dos de sus amigos. Peter.
-Nada que te importe, so metomentodo. -le respondió Ainoa.
-¿Cómo que no? Claro que me importa, no quiero liarme con alguien que tenga un ojo amoratado. -dicho esto dirigió una sonrisa pícara a Samanta, que sonrió levemente.
Daniel abrió los ojos como platos.
-¿Ahora te lías con él?
-¿Por qué, estás celoso?
-Claro. De ti. -ironizó él- Porque vamos, no voy a estar celoso de él por poder liarse cuando le entren ganas con alguien como tú; pero que tampoco soy gay, así que no sé de qué voy a estar celoso.
-Claro que no, si tú tienes a estas dos guarras para satisfacerte tus deseos, ¿no? Y a saber a cuántas tendrán tus amiguitos, para que luego digáis.
Las dos chicas se abalanzaron sobre ella y Peter se fue riendo. Eliot y Daniel se acercaron corriendo mientras las cuatro chicas (la amiga de Samanta se había unido a protegerla) se peleaban. Eliot sujetó con fuerza a Ainoa y la alejó de allí con esfuerzo, mientras Daniel hacía lo propio con Estrella.
-Espero que sea la última, Samanta, o conseguirás cabrearme. -le advirtió Eliot antes de alejarse cogiendo a su amiga.
-Adiós, Samanta. -se despidió Dani cogiendo a Estrella y llevándosela a rastras.
Justin se encogió de hombros, miró a Violeta y la invitó a ir con ellos pasándole un brazo por encima de los hombros.
Volvieron a reunirse en un hueco que encontraron libre (al llover estaban casi todos apelotonados dentro del edificio). Mientras ellos llegaban, los chicos casi habían conseguido tranquilizar a las dos muchachas. Ainoa estaba roja como un tomate y Justin sonrió para sí, sólo él sabía que había una razón más fuerte que el enfado para que estuviera colorada: Eliot la había cogido; aunque fuera sólo para apartarla de la pelea. Violeta escuchó toda clase de improperios con la que ya no sabía si podría volver a hablar, con lo bien que le había caído... Siempre igual, terminas por saber si puedes fiarte de alguna sola persona en toda la faz de la Tierra. ¿Y si eran los del grupo los que no eran de fiar? Puf, no tenía ni idea, pero su corazón le decía que permaneciera con ellos, y ciertamente era lo único que tenía.
Al rato, se quedó mirando a Daniel, que ahora que ya no tenía que tranquilizar a las muchachas miraba al suelo mientras se apoyaba en la pared, y un pequeño mechón de pelo le cubría los ojos.
-Oye, Dani...
-Dime.
-¿A ti no te ha molestado lo que ha dicho de ti?
-La verdad, me ha dolido más que tú la creyeras. Pero bueno, no es tu culpa, tampoco nos conoces demasiado. -sonó la campana- Adiós, nos vamos a clase.
Violeta se quedó un poco parada. En eso no había caído ella... y era verdad que Dani parecía dolido. Pobre, con todo lo que me ha ayudado sin ni siquiera conocerme...

***

-Estás loca. -le llegó el Whatsapp de Justin.
-¡Que no! ¡Joa, Justin, ¿tú la has escuchado?! ¡Ha dicho que Dani y Eliot son unos putones!
-Anda... ¿Ves? -desde su habitación, el muchacho sonrió pícaro- Ya sé por qué te has enfadado de pronto tan de repente... ¿No has podido evitarlo al imaginarte a Eliot liándose con otra, eh?
Ainoa se sonrojó de nuevo.
-No es eso.
-No, qué va. -contestó con sarcasmo.
-Aún así... Enfadarme tanto como para llegar a intentar pegar a alguien no es muy normal en mí...
-Estás enamorada. Nunca se es normal cuando estás enamorada, y ni tú misma te entiendes.
-Si tú lo dices... Supongo que tienes más experiencia.
-Ajá. A mí en cambio me preocupa más Estrella. Lo normal sería que intentara pararte o que se quedara sin saber que hacer o apartada conmigo, no que se uniera a la pelea.
-Ya... Creo que a lo mejor le ha dolido bastante que le dijeramos niña pequeña (y sólo porque es muy inocente y risueña... La verdad es que parece que tenga pensamientos de niña pequeña).
-Los niños serán los primeros en llegar al paraiso.
-Ya empezamos con tus ñoñerías.
-Jajaja. No sé; pero si es más feliz así, ¿qué problema tiene?
-Que la realidad le golpeará con un buen golpe en la cara.
-Pues en ese caso nosotros estaremos ahí para conseguir que la esquive.
-¿Estás seguro?
-Yo creo que sí.

***

Peter se quedó mirando el atardecer desde el tejadillo. Los rayos se reflejaban en su pelo negro haciendo que pareciera claro de nuevo. Se estaban colando en un edificio abandonado para hacer vanguardismo con unos amigos, y él se había quedado allí parado mirando el precioso atardecer, dejándose llevar por sus pensamientos. Se preguntaba por qué plagaba su vida de tantas mentiras día tras día; por qué todo a su al rededor era una gran mentira. Acabó por contestarse que aquello era porque las mentiras eran mucho mejores que las verdades que la vida le ofrecía.
-¡Ey! ¿Piensas quedarte ahí a que te pillen? -llamó la atención uno de sus colegas.
-¡No, ahora mismo voy! -le respondió él.
Miró por última vez el atardecer y saltó la tapia.